En el corazón de Buckingham, donde los rumores pesan más que los discursos oficiales, la figura de Camilla Parker Bowles ha emergido como la verdadera estratega de una operación silenciosa pero devastadora. Fuentes cercanas al entorno de la Corona aseguran que la reina consorte ha aprovechado el nuevo conflicto entre Carlos III y su hijo menor, el príncipe Harry, para influir directamente en el testamento del monarca, buscando asegurar a su propia descendencia y cerrar con cerrojo las puertas del trono británico al duque de Sussex.
Todo comenzó tras las explosivas declaraciones de Harry a la BBC, donde no dudó en sugerir que su padre se encontraba en un estado de salud "crítico", al afirmar que no sabía “cuánto más tiempo de vida le queda a mi padre”. Esta filtración, que ha sido considerada una traición interna sin precedentes, desató la furia del monarca y dejó a la Familia Real tambaleándose entre el silencio institucional y las decisiones drásticas.
Carlos III toma represalias: Harry, vetado de Buckingham y excluido de la fortuna real
La respuesta de Carlos III fue tan rápida como contundente: Harry ha sido vetado de toda actividad relacionada con la realeza y se encuentra completamente aislado de los movimientos internos de la Corona. Y si bien el rey aún no ha firmado oficialmente la exclusión de su hijo del testamento, los movimientos detrás de bambalinas apuntan a que el monarca ya estaría planeando un nuevo reparto de su multimillonaria herencia. Aquí es donde la figura de Camilla Parker Bowles cobra un protagonismo inesperado pero calculado. Según confidencias que se han filtrado desde los pasillos de Palacio, la reina consorte habría alentado a Carlos a reconsiderar el legado que dejará a su problemático hijo menor, argumentando que los constantes desplantes de Harry no merecen ni perdón ni recompensa.
Herencia en disputa: millones en juego y una reina decidida a eliminar a Harry del mapa
Aunque legalmente no se puede desheredar por completo a un heredero, Camilla estaría presionando para que a Harry solo se le otorgue el mínimo exigido por la legislación británica, mientras que el grueso del patrimonio —que incluye propiedades, joyas, obras de arte y fondos privados— se redistribuiría entre los beneficiarios “leales” a la monarquía. Entre ellos, destacan los príncipes de Gales, Guillermo y Kate Middleton, sus nietos mayores, George, Charlotte y Louis, así como Camilla y, potencialmente, Tom y Laura Parker Bowles, quienes podrían ser los grandes beneficiados en esta estrategia silenciosa, pero sobre todo Tom, quien además de ser hijastro del rey, es también su ahijado.
Este nuevo capítulo de la saga Windsor pone de manifiesto la creciente fractura familiar, pero también el ascenso imparable de una figura que durante años fue relegada a la sombra: Camilla, la reina impopular pero estratégica, ahora tiene más poder que nunca. Con la salud de Carlos III pendiendo de un hilo y con el príncipe rebelde cada vez más lejos de la gracia real, todo apunta a que el testamento final será un golpe devastador para Harry. El panorama para el hijo menor de Diana Spencer no puede ser más sombrío. Vetado, despreciado y a punto de ser excluido de la riqueza que alguna vez se le prometió, Harry enfrenta la mayor humillación de su vida pública.