Probablemente el traspié de la reina Letizia en la República Dominicana, con sus huesos reales a punto de caer al barro, fueron especialmente celebrados por alguien más que por otros, Jaime Peñafiel. El periodista ironiza con la caída, pasados los días, y hace un juego de palabras en su artículo semanal de la revista Pronto diciendo que "'Una piedra en el camino', como dice la canción de Atahualpa Yupanqui, estuvo a punto de que el destino de Letizia hubiera sido 'rodar y rodar'. Iba directa a un terreno embarrado y pedregoso".

Como dice el cronista, "se cae el pobre, se cae el rico, se cae el sabio, se cae el tonto, se cae el listo. Se cae el rey, se cae la reina". De eso puede dar fe también En Blau, cuando nos hicimos eco de un tropiezo del rey Felipe con una alfombra en la Zarzuela...

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Peñafiel ahora aporta más momentos ridículos a añadir a la larga lista de traspiés reales, y no va con segundas, como podría esperarse de él tratándose de su "amiga íntima", la reina de España. El periodista recuerda, por ejemplo, el espectacular resbalón que llevó a Juan Carlos a besar el suelo del Estado Mayor de la Defensa en el año 2012. Presidiendo un acto militar, y una vez pasada revista a las tropas, pisó mal un peldaño y se pegó una nata descomunal, ante unos oficiales que se afanaban infructuosamente para que las cámaras no grabaran el vergonzoso momento:

Juan Carlos se hizo daño en la barbilla y la nariz. Pero el rey emérito es especialista en dar con sus huesos en el suelo. Incluso, dos días antes de casarse con Sofía, Peñafiel recibió un aviso que quizás peligraba la ceremonia. ¿Por qué? Porque el rey tuvo que estar con el brazo en cabestrillo por una dislocación en el hombro. Según parece, los reyes eméritos fueron al cine con Constantino e Irene de Grecia. A ver un western. Juan Carlos demostró que no serviría para hacer de cowboy, porque resbaló en una tarima. Pero decidió que nada le pararía y el matrimonio se consumó... y sacándose el cabestrillo.

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El Borbón no tiene la exclusividad en materia de caídas. Su mujer Sofía se desplomó en el 2001 en una visita oficial a los Estados Unidos. Ella y Juan Carlos eran recibidos por Bill Clinton y Hillary en la escalinata de la Casa Blanca. Y la pleitesía que le rindió Sofía fue demasiado entregada: cayó de bruces ante el presidente norteamericano. La reacción de Clinton, la esperada, la ayudó. ¿La del rey? Se quedó casi sin reaccionar. Según Peñafiel, "de haber ido del brazo, que nunca lo fueron, ella no hubiera perdido la verticalidad". ¿La reacción sorprendente? La de Hillary, que ni se inmutó.

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Ridículo también fue el traspié de la reina emérita el día de las fuerzas armadas del 2010. No deja de ser curioso que dos de los piños más lamentables de los reyes hayan tenido lugar sacando pecho por los cuerpos militares del estado. "A pesar de estar convaleciente por sus muchas intervenciones, Juan Carlos tuvo reflejos para sostenerla en el aire. La instantánea era de lo más graciosa, pero pudo ser peor", relata Peñafiel.

Seguro que los más republicanos están encantados con que la monarquía española se tambalee.