Durante años, Juan Carlos I ha intentado mantener su imagen de hombre fuerte y símbolo de una monarquía que sobrevivió a mil crisis. Pero en los últimos meses, incluso su círculo más leal ha empezado a admitir lo que hasta ahora preferían ignorar: la mente del rey emérito ya no es la de antes.
En Abu Dabi, donde vive desde que abandonó España, las rutinas se han vuelto más rígidas, más vigiladas, más silenciosas. Dos nombres destacan en el entorno que le acompaña: el cabo Cabello y el teniente coronel Mochi. Estos dos miembros del ejército español no solo lo protegen, sino que conviven con él a diario. Son ellos quienes, conscientes de primera mano del deterioro del emérito, han lanzado la voz de alarma.

El deterioro de Juan Carlos I es cada vez más evidente
Lo que más les preocupa no son sus problemas de movilidad, ya conocidos, ni su dependencia de la silla de ruedas, sino los vacíos mentales que se repiten con más frecuencia. Episodios de confusión, olvidos que afectan incluso a nombres y rostros cercanos, y una tendencia a repetir conversaciones sin ser consciente de ello. Para quienes han trabajado años junto a Juan Carlos, el cambio es evidente.
Los altos cargos de la Casa Real han sido informados. En especial, el rey Felipe VI, que ha recibido varios informes verbales y advertencias. Aunque Juan Carlos insiste en mostrarse activo, sus allegados empiezan a asumir que se encuentra en una etapa de declive cognitivo.

Zarzuela toma medidas
El deterioro, como tantas veces ocurre, ha sido gradual, pero ahora es visible. No hace falta un parte médico oficial para notarlo. Lo saben los que lo ven cada día. Mochi y Cabello lo han comprobado de primera mano. Y lo transmiten a sus familiares directos.
Las consecuencias ya se notan. Algunas fuentes han confirmado que sus contactos telefónicos han sido limitados o supervisados, por temor a posibles deslices. En este contexto, sus hijas, las infantas Elena y Cristina, han redoblado su atención. Ambas han participado activamente en el inminente traslado de Juan Carlos I a Portugal, algo que han recomendado los médicos para desacelerar su deterioro que estaba sufriendo en Abu Dabi a causa de su soledad y de las altas temperaturas. Dos cosas nada buenas para un hombre como él de edad avanzada.