Juan Carlos I ha vuelto a ser protagonista. No solo por sus gestas en el agua, sino también por su forma de vivir fuera de la competición. El rey emérito, acompañado por su círculo más cercano, ha alquilado un apartamento de lujo en Nueva York. Un espacio que refleja la importancia del viaje y la necesidad de comodidad de un hombre que, a sus 87 años, sufre cada vez más problemas de movilidad.
El regreso a la ciudad de los rascacielos fue especial. El emérito llegó con la moral por las nubes tras conquistar de nuevo el título mundial en barcos de 6 metros con el Bribón. A su lado estuvieron la infanta Elena, sus escoltas y, como siempre, sus hombres de confianza: el cabo Cabello y el teniente coronel Mochi. Ambos, asistentes personales desde hace años, se han convertido en piezas indispensables en cada desplazamiento del antiguo monarca.

Una estancia de 40.000 euros
El alojamiento elegido no fue casual. Durante décadas, el favorito de Juan Carlos había sido el hotel Four Seasons, símbolo del lujo en Manhattan. Pero en esta ocasión se optó por algo diferente. Un apartamento privado, amplio y discreto, que permitiera la convivencia de toda la comitiva. Entre ellos, además de la familia, los dos oficiales que lo acompañan en sus viajes más exigentes. La factura diaria superó los 10.000 euros. Una cifra que refleja el nivel de exclusividad de la estancia.
En ese entorno, el rey emérito disfrutó de días intensos. Fue recibido con honores por empresarios, regatistas y amigos. Un trato que lo devolvió por unos días a la época en que todo giraba en torno a su figura. El ambiente era de celebración. Para él y para sus asistentes, que también compartieron ese clima de reconocimiento.
El cabo Cabello y del teniente coronel Mochi, inseparables de Juan Carlos I
El papel del cabo Cabello y del teniente coronel Mochi resulta cada vez más visible. Gestionan detalles logísticos, coordinan la seguridad y garantizan la comodidad del emérito. Ellos se encargaron de supervisar el apartamento, de que todo funcionara y de que no faltara nada durante la estancia. En un viaje de tanta exigencia, su presencia se vuelve imprescindible. Y su cercanía a don Juan Carlos muestra la confianza absoluta que este deposita en ellos.

La agenda del emérito no se detiene. En noviembre regresará a Sanxenxo para seguir compitiendo en la temporada de regatas. Allí, de nuevo, estarán sus asistentes. Y allí también podría coincidir con la publicación de Reconciliación, el libro de memorias que tantos comentarios está generando. Mientras en España aún no hay fecha definitiva, en Francia ya está confirmada su salida el 12 de noviembre.