Infame ataque homófobo con brutalidad. Eso es lo que han sufrido la princesa belga Josephine y su entorno más próximo, en Holanda. Lo ha explicado la madre de la royal, la princesa Delphine. Explica que lo que había empezado como una noche de celebración acabó como el rosario de la aurora, con una pelea multitudinaria y muchos jóvenes afectados por unos actos cargados de brutalidad y homofobia. La sobrina del rey Felipe y un grupo de amigos se habían reunido para celebrar como Dios manda el fin de su correspondiente grado en Derechos Humanos después de años estudiando en la universidad de Leiden, en el campus situado en la ciudad de La Haya. Y justamente allí era donde tenían pensado hacer una fiesta en una noche relajada y divertida, que acabó en una pesadilla.
Su madre, tal como recogen en Vanitatis, confirma que su hija "sigue llorando" después de haber sufrido "una experiencia traumática". Joséphine y compañía habían alquilado una discoteca para celebrar una fiesta privada y hasta cierto punto, la cosa iba de maravilla, como tenía que ser: alegría, fiesta, bailes, un ambiente relajado: "Bailaban y celebraban. El ambiente era tranquilo y pacífico"... hasta que entraron en el local unos tipos que no estaban invitados a la fiesta. Un grupo de jóvenes que no tenían invitación se coló y entraron al club, altos, vistiendo con elegancia, "claramente chicos de familias adineradas", que accedieron con ganas de brega y de mostrar su odio: "Vieron que entre los estudiantes había personas homosexuales. Siguieron a uno de ellos al baño y lo golpearon brutalmente. El chico quedó completamente destrozado". Los compañeros del chico agredido sospecharon que alguna cosa pasaba y acudieron en su ayuda. La cosa acabó en una riña masiva con diferentes heridos, "La violencia fue tan salvaje que podría haber habido incluso una víctima mortal", reconocía asustada Delphine de Bélgica.
¿Por qué lo ha explicado ahora? Porque "Los responsables del club intentaron pagar por el silencio, proponiendo a la universidad devolver los 5 euros que costaba cada entrada. Nunca tendrían que haber dejado entrar a estos chicos en una fiesta privada". Su hija Joséphine salió ilesa, pero no así algunos de sus amigos más íntimos. Por eso todavía no se ha recuperado del shock y sigue traumatizada y llorando: "Lo más triste es que era la última noche de los estudiantes. La última vez que iban a verse, venían de todo el mundo".
La joven, Josephine, tenía que volver a casa una vez acabada la fiesta, pero después de todo lo que pasó, se quedó unos días más en La Haya para estar cerca de sus compañeros y amigos, de los heridos y de los que no se han recuperado emocionalmente después de la pelea, dando, su apoyo y consuelo, especialmente a los que recibieron la peor parte y quedaron peor heridos. De hecho, hay muchos de los jóvenes amigos de Josephine que tienen ojos morados, o que incluso, no pueden respirar porque tienen algunas costillas rotas. Una barbarie que no se puede volver a repetir, ni allí ni en ningún sitio.