La reorganización de la vida de Iñaki Urdangarin tras su separación de la infanta Cristina ha venido acompañada de una reestructuración también en el plano cotidiano. Aunque el exduque de Palma es plenamente consciente de su situación económica y de los términos pactados en el acuerdo de divorcio, es en la esfera diaria donde su actual pareja, Ainhoa Armentia, ha asumido un papel central en la gestión de los asuntos financieros más inmediatos.

Fuentes del entorno cercano señalan que Armentia, con experiencia en el ámbito administrativo, se encarga de organizar las cuentas, controlar los gastos corrientes y supervisar la parte práctica de la economía doméstica. Esta distribución de roles responde, más que a una delegación formal, a una dinámica funcional que se ha asentado con naturalidad desde que comenzaron su convivencia en Vitoria.

Urdangarin, que mantiene una posición económica cómoda tras su ruptura con la infanta —gracias a un acuerdo que, según se ha sabido, incluyó cláusulas de apoyo económico pactadas sin enfrentamiento público—, no está desvinculado de las decisiones que afectan a su patrimonio. Sin embargo, en el día a día, es Armentia quien estructura pagos, gestiona gastos comunes y organiza las cuestiones financieras prácticas.

Dinámica asentada en la nueva etapa

Esta distribución de funciones se ajusta al nuevo contexto personal que ambos han construido. Alejados ya de la estructura institucional de la Casa Real, Urdangarin y Armentia han establecido una rutina más discreta, pero con margen para mantener un estilo de vida cómodo, como muestran algunos de sus desplazamientos en jet privado o sus estancias fuera del entorno habitual.

Iñaki Urdangarin con Ainhoa Armentia
Iñaki Urdangarin con Ainhoa Armentia

En ese marco, Armentia ha asumido el control de las finanzas domésticas con eficacia y sin ostentación, según quienes conocen su funcionamiento interno. Su perfil reservado y alejado de los focos contrasta con la visibilidad pública de su pareja, lo que contribuye a una cierta estabilidad interna en su entorno inmediato.

La actual etapa de Urdangarin no está marcada por grandes cambios en su estatus económico, pero sí por una gestión distinta del día a día. Y en esa transformación silenciosa, Armentia ha ganado un protagonismo discreto, pero firme, en todo lo relacionado con el manejo de recursos, pagos y prioridades cotidianas. Sin exposición ni exhibicionismo, pero con un control que refleja el tipo de relación que ambos han construido tras la ruptura con el pasado.