Seguramente ha visto las imágenes. O al menos ha oído hablar de ellas. Pasó el fin de semana en las Balears en un partido de fútbol de infantiles entre el Alaró y el Collera. Un niño hizo una dura entrada a otro niño y los padres que estaban en la grada empezaron una pelea multitudinaria. Un horror.

Por lo que explican muchos padres (y madres) la diferencia con lo que pasa habitualmente en los campos de fútbol donde juegan niños es que esta vez hubo unos cuantos puñetazos por encima de la media y, sobre todo, que alguien lo grabó y lo colgó.

Y, mientras un servidor veía esta noticia con un ojo, con el otro veía otra que también habla de deporte y de niños, pero con una lección de valores que todavía ahora me pone la piel de gallina.

Sucedió el fin de semana anterior en un partido de rugby sub-12 que enfrentaba al Mazorla Rugby Club Rioja de Logroño contra el Gaztedi de Vitoria-Gazteiz. El Gaztedi participa en un programa de Integración de niños con Down y con autismo y en su equipo juegan dos de estos niños, uno de los cuales es la June. La superioridad del Mazorla era desproporcionada y los ensayos se sucedían hasta que...

... sí, hasta que Carlos González, coordinador del equipo y que actuaba como árbitro de seguridad, y uno de sus ayudantes, Houssan, aprovecharon un paro en el juego para decir a los niños de su equipo que no anotaran más, que se limitaran a pasarse la pelota e intentaran hacérsela llegar a la niña. Argumento: "tenemos que divertirnos todos, no sólo los que ganan".

Los niños hicieron caso y a partir de aquel momento jugaron a intentar que la pelota llegara a June. Varias veces. Hasta que, finalmente, la niña atrapó la pelota y empezó a correr. Los niños del Marzola la perseguían y se tiraban al suelo haciendo ver que intentaban placarla sin éxito. Y June consiguió el ensayo. Todo el campo empezó a aplaudirla, incluida la gente que estaba en un restaurante junto al campo.

Al final del partido, el entrenador de June fue a felicitar a los jugadores del Marzorla y les dijo: "Chicos, todavía sois muy jóvenes para entender lo que acabáis de hacer. Mañana esta niña le dirá a todo el mundo que ha conseguido un ensayo. Y eso no sólo la motivará a ella y al resto a seguir jugando sino que atraerá a otros niños a practicar el rugby. Muchas gracias por lo que habéis hecho, gracias a vuestros entrenadores y gracias al Rugby Club Rioja. ¡Sois muy grandes!".

Carlos González me explicó que al día siguiente le llamó el padre de June para decirle que la niña le hace saber a todo el mundo que consiguió el ensayo. Y que lo ha colgado a Facebook. June es feliz. Mucho. Sus padres también. Los niños del Mazorla Rugby Club Rioja se sienten orgullosos y Carlos, junto con Houssan, Manu e Isabel, responsables de los equipos, sub-12 del equipo, no pueden evitar una merecida sobredosis de satisfacción. Hace tiempo presentaron la solicitud para convertirse también en un club inclusivo para niños discapacitados y esperan que eso acelere los trámites.

Mientras en el partido de fútbol los padres ofrecían un espectáculo lamentable, en el de rugby los niños compartían felicidad, valores, solidaridad y amor. Y daban una lección. Una gran lección. Y conseguían que a unos cuantos se nos humedecieran los ojos al conocer su gesto. Un gran gesto.