Del 22 al 28 de junio

22 de junio: Hoy nos hemos enterado de uno de los asuntos más malolientes de la democracia. Parecía difícil bajar todavía más el listón de la decencia política. Sin embargo la pareja integrada por Fernández Díaz, ministro del Interior en funciones, y el entonces director de la Oficina Antifrau de Catalunya, De Alfonso, lo ha conseguido sobradamente: tardaremos en ver -esperémoslo- una acción similar de corrupción política, es decir, de patrimonialización de los recursos institucionales en favor de un sectarismo enfermizo. Corrupción no es solamente apropiarse de fondos públicos o hacer o consentir que otros se apropien. La máxima corrupción es coger una institución pública y apartarla de sus finalidades legítimas. Este diario ha reproducido con creces -y seguirá haciéndolo- las vomitivas conversaciones entre estos dos personajes, que, por si fuera poco, se declaran víctimas; no hace falta más que dirigirse a la hemeroteca. Patente queda que de caradura este par no va falto.

23 de junio: Continúa -y continuará- la difusión de las conversaciones. Acusaciones más o menos cruzadas, incluso al PSC, cosa que cuesta tanto creer, que seguramente le caerá una querella al este jueves censurado por el Parlament director de la OAC.

Llamativo resulta que De Alfonso en su comparecencia ante el Parlament, el órgano constitucional que lo nombró, apenas ha dedicado tiempo a relatar su función. Ha hablado de honor, de ser una víctima y otros subrealismos -literal: por debajo de la realidad-, pero no ha hablado de por qué iba a ver al ministro. En cambio ha amenazado veladamente con tirar de la manta, en concreto de tener fichas. Dejando de lado un más que probable delito de amenazas a un alto organismo en el ejercicio de las funciones propias, parece como si el entonces director de la OAC tuviera pensada la jugada y se hubiera agenciado una especie de seguro. Pero eso sería más grave todavía: si tiene conocimiento -oídas las grabaciones parece poco probable- de delitos o, cuando menos, de irregularidades de personajes y autoridades a las que tiene que controlar y se lo guarda, y no lo pone en conocimiento de las autoridades adecuadas, quizás estemos ante otros posibles delitos. La ignorancia y la mala fe en un juez de profesión, por más que ahora esté en servicios especiales, resulta de una gravedad inaudita.

24 de junio: Ganó el Brexit. Teniendo en cuenta que ningún partido como tal defendía el Bremain -en el Gobierno 5 ministros eran partidarios de marcharse- era algo lógico. No tan lógica es una de las conclusiones precipitadas, más bien de cuñado, que se dedujo: los viejos habían condenado el futuro de los jóvenes apartándolos de la UE. ¡Mentira! Es cierto que los jóvenes votaron más pro-UE que los mayores, pero es que más del 60% de los jóvenes no fueron a votar. Si hubieran ido en la misma proporción que los veteranos, el Bremain hubiera ganado claramente. O sea que cuando se afirman cosas como el ajusticiamiento político de los jóvenes en manos de los viejos, hay que saber de qué se habla. Ni en las islas ni aquí parece que esta esencial magnitud del tanto por ciento de votantes por franjas se tuvo en cuenta. Pero el eslogan cuajó: el Reino Unido se convirtió en una especie de reino iuvenocida.

Segunda cuestión que nos sorprendió mucho, y más viniendo de una sociedad de matriz protestante y, supuestamente, sincera, por lo menos, más que las latinas. El día 24, en el matinal programa estrella "Good Morning Britain" el protofascista Farage, líder y artífice del Brexit, reconoció que los datos dados eran erróneos, empezando por los 350 millones de libras semanales que supuestamente iban de Londres a Bruselas, sin volver. Atónita la entrevistadora, Farage, con genuina flema británica, es decir, con pura hipocresía, como si nunca hubiera roto un plato, ratificó que sí, que había sido un error. Aquí tenemos un buen grupo de mentirosos sin escrúpulos, pero no tan elegantes ni inmutables al reconocer que han cometido fraude electoral.

Finalmente, surgió una agria polémica sobre los referéndums. Opiniones como las narices: todo el mundo con la suya. Ahora bien, cuando menos por estas regiones hubiera ganado el Bremain, ni dos segundos se hubiera perdido en finas especulaciones dando lecciones de democracia... de jardín de infancia.

Ahora, además, el inglés dejará de ser lengua oficial en la UE; quizás será la lingua franca, pero los ingleses cuando, como país tercero, tengan que negociar, tendran que ser asistidos de intérprete. En lenguas extranjeras son mucho peor que italianos y españoles, que ya es decir.

25 de junio: Jornada de reflexión. Otra de la taras de una democracia miedosa como es la española. El Estado nos dice que un día antes de las elecciones hay que reflexionar y no tenemos que oír propaganda política. Además, desde el lunes anterior a la jornada electoral no podemos publicar encuestas. Claro que si se publican fuera del territorio del Reino, y uno tiene internet, puede consultar lo que le dé la gana. Patético.

No menos patético que la lloriquera de los dos conspiradores, Fernández Díaz y De Alfonso, declarando que su intimidad, al ser grabados, ha sido violentada. En primer lugar, sería extraño que no se grabaran, por sistema, las conversaciones del ministro del Interior -y del presidente del Gobierno o de la Generalitat o de otras altas instancias. Estas grabaciones por sistema, sin pedir permiso, no serían extrañas cuando, como es el caso, los interlocutores son dos autoridades. Las autoridades, en ejercicio de su cargo, aunque sea como en este caso de manera infame e ilegal, no tienen intimidad. La intimidad es un derecho fundamental de los particulares... contra las autoridades. O sea que la grabación, la hiciera quien la hiciera y la divulgara quien la divulgara, no constituye delito alguno. Sólo faltaría que lo fuera. Esperamos que más tarde o más temprano, si no se van voluntariamente, respondan por estas fechorías, que seguirán goteando hasta el último minuto de todas las grabaciones.

26 de junio: Jornada electoral. De sorpasso, niente. Como enseguida algún gracioso proclamó: tortasso. Y reafirmación con 14 diputados más, aunque en precario, del PP. Quedamos un poco en estado de shock. Es otro tema abierto: votar corruptos (el PP es un partido penalmente imputado) y mentirosos es el tema más grave pero no es lo único. En general, los elegidos muy capaces de tirar de verdad con el país adelante y el progreso no parecen.

27 de junio: Empiezan las discusiones, informales, para formar gobierno. El PP ha abandonado, por lo visto, el mantra de hacer presidente al jefe de la lista más votada. Ya han descubierto el parlamentarismo: es la cámara la que hace presidentes, no directamente la ciudadanía. Combinaciones hay muchas. En ningún sitio está escrito que quien gane las elecciones tiene que ser premier o, incluso, sentarse en el gobierno.

Parece, sin embargo, que no habrá valor para hacer cumplir por parte de los partidos de la oposición su primera promesa electoral: echar al PP. Y quien más la puede incumplir, a pesar de todos sus juramentos, es el PSOE: su abstención allana la vía para la investidura de Rajoy y la perpetuación de la mayoría del gobierno que ha hecho más pobres a los españoles, que más enfrentamientos ha tenido con todo el mundo, practicando como religión la ausencia de diálogo, y más derechos ha aniquilado. Y para postre, que más irrelevante ha hecho a España en Europa y en el mundo. La patética figura monolingüe de Rajoy paseando sin rumbo en las reuniones internacionales supera el patetismo de la vergüenza ajena. Y más corrupción, claro.

28 de junio (para el 29): Buena noticia. El Parlament, dando una lección -¿veis cómo cuando se quiere, se puede?- ha destituido a De Alfonso, por indignidad en el ejercicio de su cargo. Los hechos son de sobras conocidos y no hace falta volver sobre ellos. Después de todo, a pesar de los inmensos problemas que arrastra Catalunya, las instituciones han sido capaces de dar respuesta a la peor de las corrupciones: utilizar las instituciones públicas en servicio propio, personal y sectario.