Tal día como hoy del año 1990, hace 27 años, moría en San José (Costa Rica) Josep Figueres Ferrer (San Ramón, Costa Rica, 1906), fundador de la segunda República costarricense (1948) que ponía fin a una fuerte inestabilidad social causada por el fraude electoral y la corrupción política. Figueres encabezó una revuelta social, conjuntamente con Francisco José Orlich (también nacido en San Ramón y de padres originarios de Croacia), que conduciría el país hacia un nuevo escenario social, político y económico que convertiría Costa Rica en la Suiza centro-americana. Figueres, con posterioridad, sería el 32º y el 36º presidente electo de la República, durante los periodos 1953-1958 y 1970-1974, respectivamente.

Josep Figueres era hijo del médico Marià Figueres i Forges (Os de Balaguer, la Noguera, 1878) y de la maestra de enseñanza primaria Francesca Ferrer i Minguella (Barcelona, 1877); que al acabar los estudios habían aceptado una oferta del gobierno costarricense para profesionales que quisieran trabajar en el país. El matrimonio Figueres-Ferrer se estableció en San Ramón, una ciudad situada en el norte de Costa Rica que había sido fundada y colonizada (1844) con posterioridad a la independencia del país (1821). Los Figueres-Ferrer tuvieron cuatro hijos –Josep era el primogénito–, todos nacidos en Costa Rica y el catalán siempre fue la lengua vehicular de la familia.

Josep Figueres con sus padres (1906). Fuente Centro Histórico José Figueres. San José

Josep Figueres estudió en San José –la capital– y en Boston (Estados Unidos). Completada su formación creó una explotación agraria que priorizaba las condiciones laborales de los trabajadores y el respeto al medio ambiente. Coincidiendo con la Guerra Civil española de 1936, creó un grupo de apoyo a la causa republicana. Sería el inicio de su carrera política, que pasando por la Secretaría de Relaciones Exteriores (1948), culminaría con la presidencia. Entre otras cosas decretó la disolución de las fuerzas armadas, convirtiendo Costa Rica en el primer país latinoamericano que prescindía del ejército y, por lo tanto, en un oasis de estabilidad política y social y de crecimiento económico.