Tal día como hoy del año 1284, hace 733 años, se libraba –delante de las aguas de Castellamare di Stabia–​ la batalla naval del golfo de Nápoles que enfrentó a las flotas de la corona de Aragón –comandados por el almirante Roger de Llúria– con los del Reino de Nápoles –comandados por el príncipe Carlos de Anjou–. Esta batalla se libró en el contexto del conflicto que mantenían las cancillerías de Barcelona y de París por el control del Mediterráneo occidental. La batalla de golfo de Nápoles fue la reacción francesa a la batalla naval de Malta, librada un año antes, que habían ganado las armas de Roger de Llúria en nombre de Pedro II de Barcelona y III de Aragón.

La batalla de Malta significó un golpe durísimo para las aspiraciones francesas. Roger de Llúria, consciente de la trascendencia de la victoria, había ordenado navegar hasta las costas del Reino de Nápoles, entonces una entidad política satélite de París gobernada por una rama menor de los reyes de Francia, para provocar una reacción desesperada del enemigo. El príncipe Carlos de Anjou, en ausencia de su padre el rey Carlos, salió al encuentro delante de las aguas de Nápoles. Pero Roger de Llúria, mucho más experimentado, lo evitó y, simulando una huida, lo arrastró cinco millas hacia el sur hasta la parte más cerrada del golfo.

Cuando la flota de Carlos de Anjou reseguía la costa rocosa del cabo de Castellamare –persiguiendo a las naves catalanas– Roger de Llúria, repentinamente, ordenó virar 180 grados y acorraló a las naves angevinas entre la tierra y el enemigo. Entonces ordenó un ataque proa contra estribor que destrozó y hundió una buena parte de la flota enemiga. Las naves angevinas que pudieron corregir el rumbo fueron abordadas por las de Roger de Llúria. Los marineros catalanes, valencianos y mallorquines, más experimentados en el combate cuerpo a cuerpo que los franceses, aniquilaron la flota angevina. La derrota francesa de Nápoles marcaría el principio del dominio absoluto del casal de Barcelona-Aragón en el Mediterráneo occidental.