No deja de ser sorprendente la facilidad con la que un intruso ha penetrado en la sede de la Conselleria de Justícia, ha accedido a la planta noble, en la que tiene el despacho el conseller Carles Mundó, y ha podido –veremos si es así cuando avance la investigación policial– sustraer información valiosa. Sin embargo, la manera cómo se ha producido la entrada en el edificio de la Generalitat –de una o varias personas– y la situación política que atraviesa Catalunya, en medio de un conflicto político importante con el Estado, hace que cualquier preocupación no sea, en principio, exagerada, y que deba ser tenida en cuenta.

A nadie se le escapa que la información es poder y que en el despacho de un conseller –máxime si es el titular de Justícia y una persona de la máxima confianza tanto del president Puigdemont como del vicepresident Junqueras– o en sus aledaños se alberga material muy relevante. Hoy en día, incluso, no necesita ser robado físicamente sino que con algo de tiempo puede ser pirateado o copiado por expertos informáticos. Tampoco es ninguna sorpresa, ya que en el pasado así se decidió, conocer que los departamentos de la Generalitat tienen una seguridad deficiente por las noches.

Si alguna lección hay que extraer de este desagradable incidente es que la Conselleria de Interior debe repensar las medidas de seguridad de los departamentos si no quiere que un día nos despertemos sabiendo que el ladrón ha accedido a la planta noble de cualquier otro conseller o del mismo president de la Generalitat, por más que desde fuera parezca todo un fortín el Palau de la plaza de Sant Jaume.