Existe una leyenda que se viene explicando reiteradamente desde 2012, que no tiene una base documental empírica, pero que los altavoces mediáticos de Madrid no dudan en explotar: la situación política en Catalunya no hace más que retraer inversiones del extranjero. Ello convenientemente adobado de noticias puntuales que son negativas, porque en el mundo de la economía al lado de las noticias positivas también están las negativas, quiere enviar un mensaje: los independentistas catalanes han metido a su país en un lío no solo político y jurídico, sino también económico. Se llevarán por delante el país.

Por eso es bueno que observadores internacionales -¿qué sucede en España que cada vez hay que mirar más al exterior para tener una visión objetiva?-  como el informe fDi Markets del Financial Times, que viene a ser algo así como la Biblia de las inversiones extranjeras en los diferentes países, haya situado a la economía catalana arriba de todo en el ranking del Estado español en lo que se refiere a captación de inversión extranjera directa en el período que va de enero de 2011 a junio de 2016. Así, Catalunya ha captado el 31% de capital, el 34% de puestos de trabajo y el 37% de los proyectos. Es más, si se comparan estos datos con los del período 2006-2010 reflejan una importante mejoría y, por ejemplo, la inversión extranjera en capital fue de solo el 23%, ocho puntos menos.

Dos datos más a destacar: de la inversión extranjera, Catalunya capta el 51% de los proyectos que se materializan en España y que provienen de Asia-Pacífico. Por otro lado, el informe considera que los sectores de las TIC, el software y la logística son campos en que Catalunya muestra mejores oportunidades de inversión en comparación con otras economías a nivel mundial.

Esos son los datos. Otra cosa es la leyenda urbana y los predicadores de las diez plagas. Porque una cosa es el derecho, legítimo, a defender las posiciones políticas que cada uno considere más pertinentes y otra cosa es envolver la realidad con mentiras que fácilmente pueden ser desmentidas. Aunque tenga que ser desde Londres.