Lo que parecía un idilio entre la socialité española Isabel Preysler y el laureado escritor Mario Vargas Llosa terminó convirtiéndose en un escándalo de proporciones épicas. La historia que durante años fue portada en las revistas más exclusivas, hoy se desmorona bajo el peso de nuevas revelaciones que destapan los verdaderos motivos de la ruptura. Según la periodista Paloma Barrientos, autora del libro "Isabel Preysler, reina de corazones", no fue el tedio ni los celos lo que acabó con el romance, sino los constantes revoloteos sentimentales del Nobel.

La gran sorpresa la dio Tamara Falcó, hija de Isabel y marquesa de Griñón, quien habría sorprendido en más de una ocasión a Vargas Llosa en actitudes comprometedoras con otras mujeres cuando aún convivía con su madre. El episodio, lejos de ser un incidente aislado, habría marcado un antes y un después en la convivencia familiar, generando una tensión insostenible entre la hija de Isabel y el escritor peruano.

Vargas Llosa se venga en un cuento: la humillación literaria a Tamara Falcó

Lo que pocos esperaban es que Vargas Llosa, acostumbrado a canalizar su vida a través de la literatura, decidiera desquitarse de aquella confrontación con Tamara de la manera más mezquina posible: ridiculizándola en uno de sus cuentos. En una actualización reciente de su relato "Los vientos", el autor hace referencia a “las Islas Marquesas”, una clara burla al título nobiliario heredado por Tamara, y lanza frases irónicas que mezclan Filosofía, Teología y Cocina, en alusión directa a los intereses y formación de Tamara Falcó.

La intención, según la propia Isabel Preysler, era clara: desacreditar a Tamara y burlarse públicamente de su fe y de su pasión por la cocina, dos pilares esenciales en su vida. “Mario añadió dos párrafos a su famoso cuento el pasado mes de enero. En ellos, hablaba de las islas marquesas -en referencia al marquesado de Griñón que heredó de su padre- y se reía de Tamara, una niña que sólo ha sido cariñosa y amorosa con él", habría declarado la reina de corazones con visible desilusión. El cuento pasó de ser ficción a convertirse en un dardo envenenado, cargado de resentimiento y mala intención.

Isabel Preysler supo siempre la verdad, pero prefirió callar

Lo más insólito de toda esta historia es que Isabel ya sabía quién era Vargas Llosa. Según reveló Barrientos, desde los primeros días de su relación, la escritora Patricia Llosa —exesposa del Nobel— le envió una carta alertándola: “los revoloteos sentimentales de su marido eran habituales”. A pesar de todo, Preysler decidió ignorar la advertencia y seguir adelante, tal vez cegada por el prestigio del escritor o quizás sabiendo que, en su momento, ella también fue “la otra”. Cuando la verdad comenzó a filtrarse a los medios, Isabel optó por una estrategia diplomática: alegó aburrimiento, celos, y diferencias irreconciliables, evitando así el escarnio público de admitir que había sido engañada. Pero la realidad era otra. Tamara Falcó, valiente, ya le había contado lo que vio con sus propios ojos. Y eso, aunque nunca se hiciera público... la destruyó.