La vida de Rosa López cambió con tan solo 20 años, cuando participó en el casting de ‘Operación Triunfo’, un nuevo talent show que buscaba a la mejor voz de España. Fue seleccionada para participar y encima ganó. El público empatizó con ella y la salvó semana tras semana. Tenía mucho complejo por su aspecto físico pero su voz era poderosa. Se convertía en una mujer totalmente distinta cuando cantaba. Sin embargo, aunque ganó el concurso y representó a España en Eurovisión, es cierto que su carrera musical ha caído en picado. Es una de las que menos proyección ha tenido. Ni tan siquiera ha logrado hacerse un hueco en televisión. En alguna entrevista ha hablado de sus problemas económicos, vive gracias a los fans.
Rosa López ha participado en algunos programas como ‘Camino a casa’ de Albert Espinosa, donde el escritor volvía a la infancia del famoso en cuestión desde su colegio hasta su casa. "Todo lo que me ha ocurrido en la vida lo he pedido con todas mis fuerzas desde esa ventana", confesó la cantante.
Rosa López vivía en un piso de protección oficial en una barriada
La artista vivía al lado de la escuela. De hecho, desde el patio del colegio podían ver la ventana de su casa. La cantante señaló todos los sueños que pidió en su día desde esas cuatro paredes "lanzándolos al universo". "Desde el primer amor, ser cantante hasta que me salieran tetas", bromea, señalando "el piso de protección oficial, que a sus padres tanto trabajo les costó”.
"He sido muy feliz, no me ha faltado nunca nada, pero al vivir en una barriada tan necesitada pensaba que algún día cantaría y recaudaría muchísimo dinero para este barrio, y han pasado muchos años y no he hecho nada", reconoció Rosa López.
También ha hablado de la primera vez que se enamoró. Desde ese lugar también escribo unas cartas para los chicos que le gustaban. "Aquí escribí las primeras dos cartas a dos niños de los que me enamoré. Una de esas cartas fue a Enrique, el hijo de la portera que también estaba en el colegio, y ese día tocaba educación física y me puse mi chándal con mi faja de mi madre para correr, para que no me botasen las carnes, y ese día tuvimos que hacer un ejercicio en parejas y me tocó con él. Lo recuerdo y todavía me entran los calores”.
