Después de más de 3 años en Bruselas, donde era delegada del gobierno en la capital belga, la exconsellera de Agricultura, y una de las perseguidas en la causa del 1-O, Meritxell Serret, decidió volver de su exilio para seguir haciendo política desde Catalunya. Por eso, se presentó voluntariamente en el Tribunal Supremo y ha quedado en libertad. Ahora, Pilar Rahola analiza esta decisión, sobre todo, desde las consecuencias políticas que puede tener. La escritora no puede ni imaginar qué supone estar en la prisión o en el exilio y qué mueve a cada uno a tomar decisiones personales como esta. Ahora bien, en su Palabra de Rahola de este miércoles, apunta: "es evidente que cada decisión personal afecta a todo el colectivo y tiene una dimensión política", que vaticina que en este caso, "será utilizado políticamente por los represores y en contra del papel que tiene el exilio catalán". Y pone como ejemplo al ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, que toma el retorno de Serret como "demostración de que España es una democracia plena". Pero Rahola lo tiene claro: "Mentira. La vergüenza de España es la vergüenza de una democracia agónica, fallida, con un tufo autoritario terrorífico y déspota. El ministro de Justicia dice: 'veis como somos buenos...". De aquí que Rahola lamente dos consideraciones: sin discutir la decisión de Serret, que los compañeros en el exilio no supieran "que volvía, que se entregaba... es feo". Y la segunda: uno de los aspectos del exilio catalán era la confrontación con el estado, plantándose y con una posición de firmeza... "y Serret, presentándose a Llarena y diciendo 'Buenos días, me entrego', hombre..., rompe el esquema, complica las cosas, lo deja un poco tocado":