A menudo a Pablo Motos le caen zascas metafóricos en la red, especialmente cuando le sale la vena cuñadista y cuando plantea según qué preguntas a algunas invitadas que muchos consideran inapropiadas o directamente, criticables.
El director y presentador de El hormiguero lleva muchos años pagando el pato de los golpes televisivos. Es lo que tiene conducir durante muchos años uno de los programas más exitosos de la parrilla televisiva, con invitados de nivel mundial de los que se vanagloria de ser amigo suyo, con su fórmula de gincana pirotécnica donde al invitado de turno se le hacen un par de preguntas de rigor para después hacerle partícipe de una serie de pruebas y experimentos, muchos de ellos, carísimos.
Antena 3
Esta vez, sin embargo, Motos ha recibido un puñetazo mucho más real que las hormigas de su programa. No se lo ha dado ninguna invitada indignada, tampoco ningún espectador enfurecido a la salida del plató. Él mismo explicaba en la reciente estrenada cuenta en Instagram que una de sus pasiones es el boxeo, "porque se basa en la disciplina y el control del miedo y eso es muy útil para la vida". Pero esta práctica, a veces tiene que "a veces te pegan una hostia jeje. Esta noche lo maquillan y no se nota". Y eso es lo que le ha pasado, que el sparring con el que entrenaba le dejó un ojo morado.
El mismo Motos ya publicó hace unos días un vídeo de él mismo practicando con un saco de boxeo en una versión pelirroja de Rocky Balboa, pero sin carne en un frigorífico ni sin las escaleras del Museo de Arte de Filadelfia.
Ya tarda Motos en invitar a Stallone otra vez a su programa... Que los de producción vayan preparando el ring.