Durante años, Nicolas Cage fue sinónimo de éxito. De grandeza. De un Hollywood que parecía inclinarse a sus pies. Llegó a acumular una fortuna superior a los 150 millones. Una cifra gigantesca. Un patrimonio que pocos actores logran reunir en toda una vida. Pero su historia demuestra que incluso las cuentas más abultadas pueden desvanecerse si no existe orden. Si no hay límites. Y si el impulso pesa más que la razón.
Cage vivió una etapa de lujo extremo. Compró castillos, adquirió una isla privada en Las Bahamas, coleccionó coches, yates y objetos exóticos de valor incalculable. Su vida se convirtió en una carrera continua hacia el exceso. Una espiral difícil de frenar. Y, como suele ocurrir en estos casos, los gastos crecieron más rápido que los ingresos. Todo parecía controlado, hasta que la realidad económica comenzó a mostrar grietas profundas.

Nicolas Cage estuvo en la lista de morosos de Estados Unidos por 6,3 millones de euros
El punto de inflexión llegó cuando el IRS, el Servicio de Impuestos Internos de Estados Unidos, le reclamó una deuda de 6,3 millones de euros. Una cifra enorme. Una deuda imposible de cubrir en ese momento. Y la situación explotó. Cage pasó de estrella intocable a contribuyente moroso. Su nombre apareció en los registros públicos. En la temida lista en la que nadie se quiere ver. Un golpe devastador para su imagen y, sobre todo, para su estabilidad financiera.
Su caso es un ejemplo claro de cómo una mala gestión patrimonial puede arruinar incluso a las figuras más exitosas. Porque no basta con ganar mucho. También hay que saber mantenerlo. Diversificar. Administrar. Y, sobre todo, evitar caer en el mito de que la riqueza es infinita.

Otros también se pillaron los dedos
Cage, desbordado, tuvo que vender propiedades, desprenderse de colecciones y aceptar proyectos desesperados para pagar sus obligaciones. Su ritmo de trabajo aumentó porque su deuda también lo hizo.
Pero esta historia no es única. Hollywood está llena de ejemplos similares. La actriz Kim Basinger vio cómo su fortuna se derrumbaba tras adquirir un pueblo entero valorado en 20 millones de euros. Una decisión arriesgada. Un sueño que se convirtió en pesadilla económica. También el actor David Hasselhoff, famoso por su papel en Los vigilantes de la playa o en El Coche fantástico, terminó en graves apuros debido a los 18.000 euros mensuales que debía pagar en concepto de manutención. Demasiadas cifras altas. Demasiados compromisos.