Adiós. Hasta la vista, baby, au revoire, ciao, hasta nunca. Los peajes en Catalunya ya son historia. O una parte. Este miércoles 1 de septiembre del 2021, finalmente Catalunya ha dejado de ser la comunidad con más peajes del Estado y se libera de buena parte de estos puntos saca-dinero que tanto odiamos los catalanes. A partir de hoy un total de 556 kilómetros pasan a ser, como mínimo de momento, completamente gratuitos, ya que pasarán a ser de titularidad del Estado o de la Generalitat.

Una de las grandes preguntas, sin embargo, que se generan ahora sobre el levantamiento de las barreras es cómo y quién hará el mantenimiento de las vías que dejan de ser de pago. Pero eso ya es harina de otro costal. De momento, lo que tenemos que hacer los catalanes, como reclamaba Albert Om hace unos días, es celebrar comme il faut que ya no tendremos que pagar prenda religiosamente cuando vamos arriba y abajo por las carreteras del país.

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Albert Om celebra el fin de los peajes / TV3

Y hoy, un compañero de RAC1 ha hecho lo mismo sólo dirigirse a los oyentes de buena mañana. Jordi Basté, en su editorial en El món a RAC1, ha comentado la jugada y lo ha hecho como acostumbra, aplicándole una dosis de vivencias personales, un poquito de nostalgia y una pizca también de recuerdos no tan buenos. Pero vayamos por partes.

"Yo tengo que confesar que de pequeño no me gustaban los peajes", empieza diciendo el periodista. "Aquellas colas, el retorno de la Costa Brava que había en el peaje de La Roca. Después, aquel megáfono que nos decía: 'Llegando a la Fábrica de Cemento, carril izquierdo señalizado directo a Barcelona. Aquella voz quería decir que se acababan las vacaciones, no era como ahora, que subes y bajas cada día si hace falta, para trabajar. En aquella época cruzabas un peaje y entonces era una anomalía".

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Jordi Basté / Sergi Alcàzar

Basté continúa con un recuerdo de aquel momento, cuando "había muchas colas y el padre siempre preguntaba quién tenía cinco duros para ahorrarnos pasar por la taquilla dónde había un señor, normalmente lento, que te daba el cambio después de ofrecer un billete de 100, de 200 o de 500 pelas. A los chiquillos, cuando éramos pequeños, nos gustaba jugar a baloncesto con la cesta y tirar las monedas porque después de tragárselas, te abría la valla". Pero no siempre se abría...

Porque Basté también recuerda cómo un día "se me precipitó la valla encima del coche porque otro vehículo hizo la pirula, se coló sin pagar delante mío y se me comió la valla". Aquel día, el locutor comprobó una cosa que desconocía: "En contra de lo que me pensaba, aquella valla no te destroza el coche, sino que directamente rebota sobre el capó porque es como si fuera de goma".

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Adiós a los peajes / ACN

También recuerda cómo sólo una vez "pasé por un peaje sin efectivo y sin tarjeta, es decir, que no pude pagar". Un momento que muchos hemos tenido la desagradable experiencia de sufrir alguna vez, y que cuando te das cuenta de ello, te empieza a caer una gota fría de sudor. "Me hicieron rellenar un formulario e ir al día siguiente al banco a hacer la transferencia a Acesa, recuerdo que fue en Figueres". Dos recuerdos agridulces. Basté, por eso, feliz. Pero seguro que no tanto como Eloi Vila.

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Porque Vila, efectivamente, debe ser de las personas que más pasta se ha dejado en estos engendros de color naranja con barreras que hay derramados por el asfalto catalán. "Yo he pagado muchos peajes en mi vida. Hoy, cuando vuelva a casa, pagaré el último peaje de los últimos treinta años. Alerta".

Primero, yendo de su pueblo hasta la universidad, en época de estudiante. Y después, yendo hacia el trabajo. Vila ha calculado lo que él ha financiado a los concesionarios en todos estos años de bajar la ventanilla y pagar religiosamente lo que le tocaba. Primer dato aterrador: unos 5 euros diarios, por término medio, "que quiere decir una factura muy real que me llega cada mes de 96 euros... Es decir, cada año, he acabado pagando 1.056 euros...".

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Eloi Vila se ha dejado una auténtica barbaridad en peajes a lo largo de treinta años: ...31.680 euros durante treinta años / TV3

Si cogemos la calculadora y hacemos números, las cifras que da Vila se transforman en una aberración, una barbaridad, una verdadera "burrada", como lo define el propio contribuyente de la manera más concreta posible... "31.680 euros... es como si me hubiera podido comprar un coche de gama media-alta".