Belén Esteban vive uno de los momentos más críticos de su carrera. Su último proyecto en TVE, La familia de la tele, ha sido un absoluto fiasco de audiencia, un golpe letal a su imagen pública y autoestima. Pero si algo ha sorprendido al entorno mediático, no ha sido solo el desplome del programa, sino el ensordecedor silencio de Jesulín de Ubrique y María José Campanario, quienes, como era de esperarse, no sienten ni una pizca de compasión por la mujer que durante años acaparó portadas hablando de ellos.

La otrora poderosa 'princesa del pueblo' ha utilizado sus redes sociales para lanzar mensajes cargados de tristeza. “Te echo tanto de menos”, escribió recientemente, haciendo alusión a su hija Andrea Janeiro, quien actualmente reside en California. Un grito ahogado en medio de una tormenta emocional, que deja en evidencia el profundo vacío que siente, tanto en lo personal como en lo profesional.

“No soy la Belén que quiero ser”, la confesión que alarma a todos

Mientras tanto, Andrea Janeiro intenta mantenerse firme desde el anonimato en Estados Unidos, viviendo un drama paralelo que pocos conocen. Según fuentes del entorno, la joven se siente devastada por la situación que atraviesa su madre y arrastra una culpa emocional por no poder estar con ella. La distancia no ha apagado su preocupación; por el contrario, la ha intensificado. La hija de Belén y Jesulín se encuentra dividida entre el éxito académico que ha construido con esfuerzo y el desequilibrio emocional de su madre, que parece ir en descenso sin freno.

Belén, por su parte, no ha escondido su desesperación. En una de sus últimas intervenciones televisivas, dejó escapar una frase que ha puesto en alerta a todos: “No quiero estar en este programa. No soy la Belén Esteban que quiero ser. Soy una Belén que no me aguanto ni yo. Yo me considero una tía divertida, una tía que habla… No reconozco a ninguno”. Una declaración que no solo delata su decepción por el fracaso del programa, sino también una lucha interna contra una versión de sí misma que le resulta insoportable.

Jesulín y Campanario: inmunes al drama y felices en su burbuja familiar

Y mientras Esteban implora afecto y comprensión en público, Jesulín de Ubrique y María José Campanario guardan silencio absoluto, como si todo lo que le ocurriera perteneciera a un universo que ya no les concierne. No hay declaraciones, no hay gestos de apoyo, ni siquiera una mención. Para ellos, Belén forma parte de un pasado del que han decidido desvincularse por completo.

Lejos de inquietarse por las indirectas que Esteban lanza con puntería en cada aparición, el matrimonio prefiere mantenerse al margen. Incluso cuando la tertuliana aprovechó un directo para felicitar con sorna a Campanario por un nuevo proyecto televisivo, y volvió a mencionar la figura ausente de Jesulín como padre, la reacción fue el silencio. Porque esa es, aseguran fuentes próximas al entorno del torero, la mejor estrategia: dejar que Belén se hunda sola en su naufragio mediático.

El silencio de Jesulín y María José es una sentencia. Belén Esteban, antaño temida por su capacidad de incendiar platós con una sola frase, hoy grita en el vacío. Su programa no conecta con la audiencia, su estado anímico es inestable y su entorno más próximo se resquebraja. Y mientras tanto, sus antiguos adversarios viven en paz, alejados de cámaras y con la convicción de que el tiempo, finalmente, les ha dado la razón.