Pertinente, necesaria, y absolutamente sobrecogedora la entrevista que este lunes le ha hecho Albert Om a la cantante catalana y poeta, Ivette Nadal, en el programa Islàndia de RAC1.

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Ivette tiene 31 años, pero hace tiempo que el gusanillo de la música y la literatura corre por sus venas, desde que tenía sólo 17 años. Ya ha editado cuatro trabajos discográficos y ha colaborado con Gerard Quintana, Pascal Comelade, Caïm Riba o Manolo García.

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Por no hablar de su faceta como escritora. Ya ha publicado algunos poemarios y de hecho, esta semana ha salido su último libro de poemas: L’àngel i la infermesa del pensament. Ivette es todo esto, pero también es una mujer enferma de anorexia. Su relato con Om ha sido conmovedor: "Ivette me escribió hace poco diciéndome que había tenido una recaída muy grave en su enfermedad, la más fuerte hasta ahora, la que le ha asustado más". El periodista, al leer la carta, ha ido a la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Universitario MútuaTerrassa, donde Ivette está desde hace cuatro meses. Una conversación que no te deja indiferente.

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"El hospital es otro tipo de escenario donde vengo de vez en cuando. Por desgracia, aquí también me paseo. Me sabe mal que no hayas venido a un concierto", asume la cantante. Su serenidad impacta. La crudeza de lo que le pasa, todavía más: "Veo imágenes mías en el escenario y ahora pienso: ¡'Ostras, es la anorexia con patas! Me llamaban 'anoréxica' como un insulto. A mí no me preguntan '¿Cómo estás'?, me preguntan '¿Ya comes'?'. Todo empezó a los 9 años, cuando tuvo los primeros síntomas de anorexia. No por querer ser más delgada sino por temas de identidad o emocionales.

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Lo fue controlando, a etapas, "pero después de ser madre ya no lo pude controlar". Nadal hace un análisis inclemente de lo que le pasa a ella y a tantas personas: "Todavía se tiene una etiqueta o una imagen muy superficial de esta enfermedad. No sólo es física y rutinas insanas. La comida es la excusa, lo que se ve. Pero también te falta alimentación emocional. La anorexia no es un capricho, es una enfermedad mental. Es un monstruo que se te come. La enfermedad me ha cambiado muchísimo la personalidad". Toda la vida sufriendo recaídas y más recaídas. Hasta llegar a la más grave, hace unos meses: "Esta vez me pensaba que me moría. Sufrí mucho. Me he asustado muchísimo. Esta vez me encontré físicamente muy mal y no me veía con la fortaleza de luchar. Estaba muy preocupada, ni yo ni mi familia lo vimos claro".

Una conversación que vale mucho la pena. Igual que su voz. Escúchenla hablar ahora desde el hospital. Y cuando se recupere, escúchenla cantar encima de un escenario. O léanla en sus poemarios. Toda la fuerza del mundo para que Ivette supere esta enfermedad.