Ni del grifo, ni de botella. Isabel Preysler no bebe la misma agua que el resto de los mortales, y no lo decimos en sentido figurado. La socialité más mediática del país ha dejado claro que, en su universo, hasta el más insignificante detalle está cuidadosamente calculado. A sus 74 años, la ex de Julio Iglesias y madre de Tamara Falcó ha llevado el concepto de desayuno saludable a un nivel casi ceremonial, digno de la realeza oriental, con ingredientes y bebidas tratados como auténticos elixires de la eterna juventud.
Su rutina matutina, desvelada en su documental navideño para Disney+, dejó boquiabiertos a muchos. Mientras millones de españoles arrancan el día con un café apresurado o un vaso de agua del grifo, Preysler inicia su jornada con agua caliente con lima y vitaminas, seguida por una variedad de bebidas y frutas que parecen sacadas de un ritual de cuidado personal: zumo de pomelo con kiwi, pomelo en fruta, agua con semillas de lino y, como joya de la corona, agua de Jamaica.

El secreto mejor guardado de Isabel: un menú líquido personalizado al milímetro
¿Qué esconde este minucioso repertorio? Más allá del glamour, hay una búsqueda feroz por conservar una juventud eterna. El agua de Jamaica, por ejemplo, no es una simple infusión: se prepara con cálices secos de hibisco y presume de propiedades antioxidantes, diuréticas y antiinflamatorias. Pero no basta con eso. Isabel lo acompaña con agua infusionada con semillas de lino, un potente regulador intestinal y fuente de omega-3.
Nada de botellas de supermercado ni dispensadores comunes. Las aguas que consume Isabel están “preparadas” con ingredientes específicos que le aseguran un estado físico privilegiado y un semblante impasible ante el paso del tiempo. Incluso se ha filtrado que cuenta con un servicio personalizado que le entrega las mezclas cada mañana, listas para consumir a temperatura exacta.
Este ritual no admite distracciones. “No quiero que me llamen ni me digan cosas mientras desayuno”, confesó con tono tajante en el documental. Un aviso que sus hijos conocen muy bien desde que eran pequeños, ya que han aprendido a no irrumpir durante su desayuno. Solo sus nietos tienen pase libre en ese lapso sagrado. “Se me cae la baba con ellos”, admitía, dejando entrever que incluso ella tiene su punto débil.
Un estilo de vida diseñado para trascender el tiempo y la genética
Lo que podría parecer una extravagancia más de la élite es, en realidad, una estrategia de branding personal que Isabel ha cultivado durante décadas. Con cada sorbo, cada receta líquida y cada gesto milimétrico, la Preysler consolida su imagen de socialité inalcanzable, cuya existencia transcurre entre porcelanas finas, cristales de Bohemia y aguas tratadas con precisión quirúrgica, reforzando así su aura de elegancia y exclusividad.

Y si alguien pensaba que esta rutina era cosa de caprichos pasajeros, se equivoca. Su hija Tamara Falcó ha seguido sus pasos y ha empezado a compartir recetas similares, perpetuando así la pasión de Isabel Preysler por sus bebidas matutinas. La pregunta ahora es inevitable: ¿será el contenido de estos vasos el verdadero secreto de su inalterable belleza? No hay certeza, pero lo que sí está claro es que estas bebidas forman parte de la vida de una mujer que se resiste a envejecer como los demás.