Isabel Preysler, durante décadas icono de la alta sociedad española, atraviesa una etapa de declive personal y económico que dura desde su sonada ruptura con el escritor Mario Vargas Llosa. Apodada durante años como la "Reina de Corazones", su figura ha perdido el brillo que la caracterizaba en el mundo de la moda, la publicidad y los eventos sociales. Según revelan recientes informes, la pérdida de relevancia ha impactado directamente en su situación financiera, hasta el punto de necesitar ayuda económica de su hijo Enrique Iglesias.
Su intento de reconectar con el público joven a través del especial navideño “Isabel Preysler: Mi Navidad”, producido por Disney+, no cumplió las expectativas. Lejos de revitalizar su imagen, el programa fue recibido con frialdad y apenas generó impacto, lo que confirma la desconexión con las nuevas audiencias. Y tras aquel fracaso, los negocios no es que le hayan ido demasiado bien.

De ganar 10.000 euros por aparición a tener que pedir dinero a su hijo
Hace no tanto tiempo, tal y como recogía elcierreditigal.com, Preysler era uno de los rostros más codiciados por las firmas de lujo, llegando a percibir hasta 10.000 euros solo por una aparición. Su elegancia y presencia eran sinónimo de glamour. Sin embargo, los nuevos tiempos y el auge de figuras más jóvenes, como su hija Tamara Falcó, han desplazado a Isabel del foco mediático. Las marcas buscan ahora perfiles con mayor conexión con el público joven y más actividad en redes sociales, un terreno en el que Preysler nunca logró adaptarse del todo.
La pérdida de valor como imagen pública ha supuesto un descenso importante en sus ingresos. A esto se suma el fracaso empresarial de su marca de cosmética, My Cream, que fue lanzada hace una década con grandes expectativas, pero terminó siendo gestionada por una empresa externa tras no consolidarse en el mercado. Este revés reflejó la dificultad de Isabel para reinventarse y mantenerse competitiva en sectores tan dinámicos.

No llega para mantener su finca
Uno de los factores que más presión ha añadido a su economía es el elevado coste de mantenimiento de su emblemática mansión, “Villa Meona”, situada en la lujosa urbanización Puerta de Hierro en Madrid. La vivienda, construida junto a su difunto esposo Miguel Boyer, es un símbolo de estatus, pero también una carga: se estima que mantenerla cuesta alrededor de 20.000 euros mensuales. Ante esta situación, Isabel ha tenido que replantearse su estilo de vida, y según algunas fuentes, Enrique Iglesias ha comenzado a cubrir parte de esos gastos para evitar que su madre se vea obligada a vender la propiedad.
Este cambio de roles no ha pasado desapercibido. El cantante, que reside entre Miami y Las Vegas, se ha mostrado dispuesto a ayudar en todo lo necesario, demostrando el fuerte vínculo familiar que mantiene con Isabel, pero también evidenciando la pérdida de autonomía económica de la socialité.