Si os gusta el cine, os tiene que gustar Carla Simón. Una de las mejores directoras que tenemos en este país, cineasta extraordinaria con películas maravillosas que no te dejan indiferente, empezando por Estiu 1993, siguiendo con Alcarràs (Oso de Oro de la Berlinale en 2022) y acabando esta especie de trilogía sobre la familia con la reciente Romería.

La directora, que está a las puertas de cumplir 39 años, dice que "yo no me considero una persona graciosa, así que vamos a ver cómo lo hago". Se ha referido a su paso por el magnífico e indispensable pódcast La Ruina, de Ignasi Taltavull y Tomàs Fuentes, donde los diferentes invitados confiesan y comparten con el público algunas situaciones ruinosas que hayan vivido, algunos momentos tierra, trágame. Ciertamente, el cine de Simón no es precisamente la alegría de la huerta, y cuando ella habla, hipnotiza y transmite mucha calma y sensatez, pero la versión que hemos visto de ella encima del escenario ha sido sorprendente y divertidísima, explicando qué le pasó en un viaje reciente a Madrid, justamente para promocionar Romería, donde le pasó de todo. Y eso que ella se considera una persona que "he pensado que tenía bastante suerte en la vida, y optimista". Pero su viaje reciente parece decir lo contrario.

Carla explica que ahora tiene una hija, un bebé, que tiene solo cinco meses, "que viene conmigo a todos lados". Y se la llevó a Madrid, acompañada de su madre. AVE de Barcelona a Madrid, "deseando que no se cague, porque cambiar a un bebé allí... Se caga, evidentemente. Abro la maleta y me había dejado el cambiador, ni toallitas. ¿Habéis visto mucha caca de bebé lactante? Tiene una caca muy líquida color mostaza" que se derramó por todas partes. Llegan a la estación. Cogen un ascensor... "y evidentemente, se para. Yo intentando mantener la calma, pero no mola, fue bastante rato". No acaba aquí la cosa. La estaba esperando un taxi, pero antes de salir, "se le había acabado la batería. Yo pensaba: '¿Qué está pasando?'". La lleva al hotel, en Majadahonda, donde tenía que participar en un coloquio.

Salieron tarde de la charla, llegaron muy tarde, de madrugada, al hotel, y la madre compró dos bocadillos para comer algo. De jamón... "Estaba con la niña mamando en mi teta, yo comiendo el bocadillo y hablando con mi madre, y encima tenía tos, todo a la vez", cuando de repente, "¿qué me está pasando? Tenía algo que se me había atascado entre la nariz y la boca" y le molestaba mucho. "¿Cómo lo saco? Se lo pregunté al Chat GPT, me daba vergüenza. Me salió un triangulito de emergencia de que tenía que ir al médico, me cagué". Le hizo caso y fue al médico. Tres de la madrugada. "Era ridículo decir en el CAP de Majadahonda: 'Creo que tengo jamón dentro'. El otorrino me atendió rápido, me puso una camarita por la nariz, pero no lo podía sacar. Sacó una maleta-caja de herramientas, se fue y dijo que necesitaba ayuda". Tomàs Fuentes, brillante: "Quizás necesitaba un poco de pan con tomate". Ella, de los nervios. "Vino una enfermera que dijo que no había visto nunca nada así. Con unas pinzas sacaron un cacho de jamón... increíble, muy grande. Le dije: 'No voy a comer jamón nunca más'. La chica dijo: 'Pues yo tampoco'". Una Carla Simón que incluso ha llevado el informe médico.
La Ruina y Carla Simón, maravillosos. Y ella, divertidísima. Que dirija una comedia cuando quiera, que seguro que nos hace llorar de risa.