Eugenia Martínez de Irujo ha dicho basta. La duquesa de Montoro no ha dudado en tomar cartas en el asunto cuando ha visto sufrir a su hija, Tana Rivera. Y lo ha hecho a su manera: con firmeza y sin rodeos. E apoyo a su hija en sus momentos más difíciles es total.
La situación se venía gestando desde hace meses. Tana, de 25 años, atravesaba una etapa gris. Triste, sin ganas. Desmotivada. Su madre, siempre atenta a su estado de ánimo, lo notó enseguida. En su círculo íntimo comentaban que la chispa de la joven se había apagado. El motivo tenía nombre y apellido: Manuel Vega.

Indicios de erosión en la relación
El empresario, diez años mayor, fue su pareja durante casi cuatro años. Tuvieron altibajos, como todas las parejas. Incluso vivieron juntos durante un tiempo. Pero esa convivencia fue breve y, según Eugenia, desastrosa. A Tana no se la veía feliz, y eso terminó por alarmar a su madre.
Las imágenes recientes en Ibiza, con Eugenia abrazando a su hija durante una puesta de sol, ya hablaban por sí solas. Era más que una postal veraniega. Era un gesto de protección. “Mi ratoncín”, escribió la duquesa en redes. Un mensaje íntimo, maternal, con la canción ‘Cómo te quiero’ de fondo. Todo tenía un motivo.
Detrás de esas caricias había una decisión tomada. Eugenia no quería ver a Tana hundida. Sabía que esa relación no sumaba. Que el ambiente nocturno en el que se mueve Vega, empresario de discotecas como Antique Theatro en Sevilla, no encajaba con la vida más tranquila que Tana intentaba construir.

La familia de Tana cierra filas contra Manuel Vega
Además, Manuel es conocido por ser extremadamente sociable. Tiene éxito con las mujeres, un pasado en el fútbol, jugó en la cantera del Sevilla F, y es íntimo de Sergio Ramos. Demasiado ruido y exposición. Y Eugenia, que sabe de sobra lo que es vivir bajo los focos, no quería eso para su hija.
Por si fuera poco, ya durante la Feria de Abril surgieron rumores. Aunque Tana y Manuel recorrieron El Real y se dejaron ver en La Maestranza, el ambiente entre ellos no era el de antes. Había tensión. Y las amistades cercanas comenzaron a hablar de una crisis definitiva.
Finalmente, la ruptura se hizo realidad. Pero más allá del final de una relación, lo que sorprendió fue la determinación de Eugenia. Ella y la familia apoyan a Tana totalmente y han cerrado las puertas definitivamente a Manuel. No quieren que se vuelva a acercar a la joven.
Ahora, Tana se recupera. Se refugia en su trabajo como organizadora de eventos y sigue colaborando en la moda con ERAX. Poco a poco, recupera la sonrisa. Y todo, gracias al respaldo de una madre que no duda en plantarse firme cuando se trata de proteger a su hija.