Karina fue, durante décadas, una estrella absoluta. Una figura luminosa. Una voz que marcó a generaciones enteras. Su éxito fue comparable al de artistas actuales como David Bisbal. Triunfó en una época sin internet, sin filtros y sin segundas oportunidades. Solo talento y escenario.

Su salto a la fama llegó en Eurovisión 1971. Un antes y un después. Su nombre empezó a sonar en todas partes. En radios, televisiones, plazas abarrotadas... Su canción “Buscando en el baúl de los recuerdos” se convirtió en un himno nacional. Después vinieron “Las flechas del amor” y “Romeo y Julieta”. Éxitos imparables. Auténticos clásicos. De esos que siguen vivos aunque pasen los años.

Karina redes
Karina en las redes

Eurovisión cambió la vida a Karina

Firmó un contrato con Hispavox. Contó con la dirección del prestigioso Emilio Santamaría. Recorrió España de punta a punta. Era querida. Aplaudida. Admirada. Una superestrella. Pero el tiempo pasa. La fama cambia. Y las luces no siempre permanecen encendidas.

Con los años, Karina se alejó de los escenarios, de los discos y de las giras interminables. Sin embargo, encontró un nuevo lugar. Un refugio inesperado. Las redes sociales. Allí es libre. Allí comparte su día a día. Allí revive parte de su brillo. Ya acumula 90.000 seguidores. Una comunidad fiel, cercana t cariñosa. Gente que la apoya. Que la escucha. Que la acompaña.

También ha regresado puntualmente a la televisión. Ha pisado realities. Ha coincidido con nombres de la farándula actual. Pero su vida hoy es distinta. Más tranquila y doméstica. Más íntima.

Hace unos días anunció un parón. Un descanso necesario. Va a someterse a una operación de cadera delicada e importante. Pero ella mantiene el ánimo. “Va a salir todo de 10”, aseguró. Cree en la sanidad pública. Confía en sus médicos.

Las redes sociales se convierten en la tabla de salvación de Karina

Su objetivo es estar recuperada para Navidad. Quiere cantar villancicos. Sacar la pandereta, reírse y disfrutar con los suyos. Porque para ella la alegría no es un lujo. Es una forma de resistir.

En este proceso no está sola. Tiene a su familia. A sus hijas, Rocío y Azahara, a sus nietos y a su círculo más cercano. Ellos son su gran orgullo y su refugio emocional. Aunque el amor le haya fallado tantas veces. Cinco matrimonios. Cinco decepciones profundas. Cinco cicatrices que no se borran.

Y aun así, Karina sigue aquí. Sencilla. Serena. Luchadora. Una mujer que pasó de ser una estrella comparable a Bisbal a adaptarse a un mundo nuevo. Y sobrevivir con las redes sociales como tabla de salvación.