Mientras todavía dura la conmoción general por el asesinato de la niña de 13 años de Vilanova, El programa de Ana Rosa y Espejo público hablan día sí, día también, sobre el caso. Lamentablemente, se ha convertido en el nuevo caso Gabriel, el niño muerto en Níjar (Almería) a manos de la compañera de su padre, Ana Julia Quezada. Hay diferentes maneras de enfocar televisivamente la noticia. Una, con frialdad quirúrgica y respetuosa, utilizada por Lídia Heredia en Els matins de TV3: informar de los hechos y las novedades, sin hacer ninguna tertulia al respecto. Una opción aplaudida en la red:

Otra, hurgar y volver a hurgar. Hablar del historial del supuesto asesino, recrearse en la sordidez y analizar el dolor de la familia, de los amigos y del presunto culpable desde todos los puntos de vista. Tanto Ana Rosa como la Griso llevan muchos días -y los que quedan- sirviendo con cuentagotas pequeñas dosis de crónica negra. En Espejo público anunciaban hoy en exclusiva que Juan Francisco, el supuesto autor, ha confesado que estaba bajo los efectos de las drogas, que no recuerda nada, y que quiere "que me maten o me entreguen a la familia".

asesino

Antena 3

Explican que el supuesto autor está decidido a aportar muestras voluntarias de ADN, de orina, pelo, y saliva, que se está analizando la toalla con la que habría cubierto el cuerpo de la niña y enseñan los gritos de "asesino" e "hijo de puta" de los vecinos a Juan Francisco cuándo se lo lleva el coche policial. Pero sorprendentemente en medio de toda la música de terror e imágenes de película de miedo, aparecen Susanna Griso y Nacho Abad, afligidos, consternados, y hacen un anuncio a la audiencia: "Este programa ha tenido acceso a la autopsia sobre cómo encontraron a la niña, y les tengo que decir que es tan brutal y cruel que por respecto a la familia no vamos a dar ningún dato, nos lo ahorramos". Puedes ver el momento cliqueando en la foto.

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Antena 3

Una decisión sabia, sensata. El problema es que antes de decir eso, han preparado un extenso vídeo recreándose igualmente en el dolor y el morbo del presunto asesino a la hora de confesar los hechos. Probablemente otros espectadores se hayan quedado descolocados y pensarán: "A buenas horas".

Celebran la medida, pero lamentan que no siempre actúen de la misma manera. ¿Un punto y aparte en el tratamiento televisivo de casos como este? Ojalá. Pero no seré yo quien ponga la mano en el fuego.