Hace un par de días vimos cómo Rosalía, que ha vuelto a Catalunya, mostraba feliz la maravillosa paella que habían preparado en casa para comer el pasado jueves. Casi nadie le criticó nada, excepto los habituales hiperventilados que vieron que había demasiado conejo y poca cigala. Hablarle a algún valenciano de su plato por excelencia genera un efecto inmediato bien curioso: si no está perfecta, harán saber su indignación. Si no lleva los ingredientes que toca, pondrán el grito en el cielo. Y ahora lo ha comprobado la corresponsal de Telecinco y Cuatro en Washington, Dori Toribio.

toribio washington

Dori Toribio / Instagram

La periodista debe echar de menos la comida de su casa y esta semana ha ido por el D.C. en busca de un establecimiento que le devolviera los aromas y sabores de su Valencia que dejó atrás ya hace unos años. Y ha encontrado un local donde comer, a pesar de que probablemente haya marchado por piernas al sentarse y empezar a leer los platos que ofrecía la carta del restaurante. La reportera ha ido bajando la vista y se ha encontrado, oh sorpresa!, con un plato que conoce a la perfección. De hecho, no había una, sino dos paellas diferentes a escoger, una "Boutique paella" y una "Paella valenciana", tal como apunta el diario Huffington post.

toribio mobil2

Dori Toribio / Instagram

Ver la palabra boutique paella ya haría desconfiar. Pero por si acaso, Toribio ha leído los ingredientes... Y casi le coge un ataque cardiaco. Presten atención: pollo, salchichas, almejas, mejillones, calamar y camarones. Un popurrí grotesco que ha provocado ataques cardiacos en muchos seguidores en la red. La cosa no ha mejorado al ver qué llevaba la paella valenciana: ternera, chorizo, pollo, verduras, azafrán... y arroz arborio, la variedad que encontramos sobre todo... en Italia. Y todo, por el módico precio de 36 y 32 dólares... Una estafa se mire por donde se mire. Como ella dice, "Disgusto. Again". La red no ha sido tan diplomática:

toribio carta

toribio carta5

toribio carta4

toribio carta3

No hay que ir a Washington para encontrarse aberraciones como esta. En algunos restaurantes del país también te clavan una fortuna por cuatro granos de arroz amarillento y un par de gambas medio crudas.