La periodista Cristina Fallarás es el blanco habitual de las iras de la extrema derecha, que la insulta día tras día por ser mujer, feminista y de izquierdas. Y bien, por no tener pelos en la lengua. Posiblemente sus opiniones no gusten a todo el mundo, y no hablamos sólo del entorno facha. Pero de la divergencia a la descalificación aberrante hay una distancia sideral. Distancia que, en el caso de los ultras, se reduce a la mínima expresión. Un ejemplo lo hemos tenido durante la última emisión del Todo es mentiera, donde Cristina, entre otras cosas, se ha despachado a gusto contra los machirulos obsesionados con la depilación femenina y ha acabado diciendo que VOX le provoca náuseas. "Ya sé que es horario infantil. Pero es que yo lo encuentro muy educativo, ¿no?", decía en un tuit.

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Las palabras de la aragonesa han tardado un rato en enturbiar las mentes de los simpatizantes de Abascal, Monasterio o Ndongo, que finalmente han ido todos a una contra Cristina. La montaña de burradas, sólo a la altura de los personajes a quien aludía la periodista.

A pesar de la avalancha de improperios machistas y personales contra Cristina, también ha habido quien no sólo la ha defendido, sino que han aplaudido que hable sin ambages de lo que le produce la oscura caverna.

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Cuatro

"Ladran, luego cabalgamos," ¿verdad, Cristina? Ya sabemos que, por mucho que se esfuercen, los fachas "no "pasarán" por encima tuyo.