A los 82 años, Carmen Thyssen vive una etapa serena. Tranquila. Lejos del ruido social que marcó su vida durante décadas. La baronesa está instalada en Andorra, donde reside desde hace años y donde asegura sentirse plenamente integrada. Lo dice sin titubeos: “Todos los que vivimos en Andorra estamos muy felices de estar en Andorra”. Una frase que resume su presente. Un presente de discreción, negocios y familia.
La baronesa conoce bien la mirada mediática. En los años 90, su nombre encabezaba titulares. Vivía rodeada de glamour. Viajaba con su marido, Heini Thyssen, una figura determinante en su vida. Entre 1985 y 2002 disfrutó de un tiempo de estabilidad, lujo y dedicación a su colección de arte. Aquellos años quedaron atrás. Hoy, Carmen prefiere un perfil más bajo. Más calmado.

Una fortuna de unos 1.500 millones de dólares
Su fortuna sigue siendo notable. Forbes estima que ronda los 1.500 millones de dólares, una cifra sostenida en el tiempo. Además, obtiene unos 6,5 millones de euros anuales por el alquiler de obras al Estado español. Para ella, es un flujo constante. Seguro. Pero su estilo de vida ha cambiado. Ya no alterna entre villas y ciudades europeas. Mantiene propiedades, sí, pero vive centrada en su círculo íntimo.
Andorra se ha convertido en su refugio. La baronesa reside en Can Diumenge, una urbanización de lujo en Escaldes. Allí compró dos viviendas en 2015. Casas amplias. Unas propiedades valoradas en unos 10 millones de euros. Y, sobre todo, un lugar en el que puede estar cerca de su hijo Borja, que vive a pocos metros. Ese detalle es esencial para ella. A esta edad, la familia pesa más que cualquier otra cosa.

La Costa Brava es su lugar de desconexión
Sus hijas mellizas, ya mayores de edad, han tomado rumbos distintos. Carmen estudia en Barcelona y Sabina sigue formándose en el principado. La baronesa se reparte entre ellos, entre los museos que dirige y entre una rutina que combina trabajo y tranquilidad. Cuando necesita desconectar, acude a su casa de la Costa Brava, Más Mañanas, el lugar más emocional de su vida. Ese hogar lo recibió en los años 60 como regalo de su primer marido, Lex Barker. Allí crio a Borja. Allí escribió capítulos decisivos de su historia.
Sus propiedades han cambiado con el tiempo. Algunas se vendieron, como la emblemática Villa Favorita en Suiza, adquirida por 65 millones de dólares. Ese dinero ayudó a construir su vida en Andorra. Otras siguen en su cartera: la mansión de La Moraleja, su residencia en Marbella, el palacete de El Terreno en Palma o la propia Más Mañanas.