Es una delicia ver jugar a Carlitos Alcaraz. Y no solo por su tenis, que también. El jugador de El Palmar enamora, no porque haga las mejores dejadas del planeta, ni porque le pegue unos zurriagazos despampanantes con el drive, ni por cómo saca, ni por las piernas incansables que hacen que llegue a todas partes. Bueno, o no solo por eso. Para muchos, la gracia del tenista murciano, el gran hecho diferencial que hace que nos enamore a todos los apasionados por el tenis, es su sonrisa. Da gusto verlo con una carcajada gigante de oreja a oreja a todas horas. Cuando juega, se lo pasa pipa, no es de aquellos jugadores sufridores, sino que disfruta de lo que hace, de los puntos que consigue, de los aplausos y "¡ooohhhh!" del público. Pero cuándo está fuera de las pistas, también. Es, lo que podríamos decir, un disfrutón de la vida, un tipo que ha venido aquí a currárselo y a disfrutar con el trabajo bien hecho y el esfuerzo invertido. Ver esta cara no tiene precio. Incluso cuando pierde, como pasó recientemente en la final de Wimbledon ante Jannik Sinner, no perdía este rictus satisfecho y alegre, porque sabe que en el deporte, a veces se gana y a veces se pierde.
Alcaraz se lo pasa muy bien en la arena batida de Roland Garros o en el césped de Wimbledon, pero también cuando va solo con bañador y en lugar de estirarse en la pista cuando gana algún título, ahora ha preferido hacerlo al lado de una piscina y en buena compañía. Y qué mejor que hacerlo en El Puerto de Santa María, en Cádiz, donde se ha remojado los pies en la piscina, donde se ha zampado una paella de traca y donde ha disfrutado de la música o de una carrera de karts. No ha ido solo. Lo han acompañado unos cuantos amigos y gente que le ayuda en su preparación y en hacer que sea el número 2 del mundo. Como él mismo dice, "Recargando". En el horizonte, después de estos días de relax y desconexión, está el cuarto Grand Slam de la temporada, el Open USA a finales de agosto, principios de septiembre. Pero antes toca hacer lo que él y su grupo han hecho: pasárselo de maravilla.
Entre el grupo de amigos, por cierto, como se puede ver en estas fotos en los karts o a punto de comer el arrocito, está el exjugador del Real Madrid y el Tottenham, Sergio Reguilón. Alcaraz, reconocido merengue, tiene muchos amigos en aquel club, y Reguilón es uno de los que ha formado parte de esta expedición ibicenca. Después de que el año pasado se fue de vacaciones a Mallorca, en agosto del 2024, y a la República Dominicana el mes de diciembre, este 2025, cuándo ha podido tener unos días para desconectar de la vorágine del circuito de l'ATP, de los entrenamientos, de los viajes y de los torneos, al bueno de Carlitos lo hemos visto en México el pasado mes de marzo, en Ibiza el mes de junio o como ahora, en el Puerto de Santa Maria.
Alcaraz, que también ha estado visitando Carmona, en Sevilla, ha decidido no participar en el próximo Masters 1.000 que se disputa en Canadá desde este domingo 27 de julio hasta el 7 de agosto en Toronto, porque arrastra molestias musculares, y porque se tiene que recuperar física y mentalmente para los próximos objetivos, como el Masters 1.000 de Cincinatti.