A la periodista catalana Carla Riverola la hemos podido ir siguiendo en medios como EFE Roma, EFE Barcelona, El Periódico, la SER, Betevé y puntualmente, haciendo conexiones y trabajando para los servicios informativos de TV3.

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Carla Riverola (TV3)

Ahora, Riverola ha hecho partícipes a sus seguidores de la red de unos hechos que sufrió el pasado mes de abril, en pleno confinamiento, y que meses después todavía la tienen indignada ante lo que considera una situación "tan injusta y frustrante" que ha tenido que verbalizarla en voz alta. Explica la periodista que el pasado 8 de abril, en pleno estado de alarma, salió a comprar comida delante de casa y los Mossos la pararon.

¿Qué le dijeron? Una frase sorprendente: que no podía ir a comprar "tan pocas cosas" y que tenían que levantar acta porque consideraban que se estaba saltando el confinamiento. "El decreto del Estado de Alarma preveía, obviamente, salir para comprar alimentos. Y en ningún caso fijaba un número mínimo". Riverola pensó que la denuncia no llegaría a ningún sitio "y que, en caso de recibirla, sería bien fácil de recurrir, adjuntando el ticket de compra del supermercado, el recibo de pago de la tarjeta y argumentando claramente que comprar era una actividad prevista en el decreto". Pero las suposiciones se han tropezado con otra realidad: cuando le ha llegado la sanción a casa ha comprobado "que, de fácil, no tendrá nada. En la descripción de los hechos sólo se dice que me encontraba circulando por la calle 'fuera de los supuestos previstos' en el decreto del Estado de Alarma. Obviando, por lo tanto, que acababa de salir del supermercado".

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Carla Riverola (@carlariverola)

Lo más frustrante es que en el atestado se indica una hora de la supuesta infracción que no se ajusta a la realidad:

¿Resultado? Multa de 300 euros por vulnerar la Ley de Salud Pública. Importe que se reduce a 180 euros si se reconocen los hechos y si se paga voluntariamente... "Y a pesar de estar convencida de que no he vulnerado ninguna ley, he decidido que lo mejor es pagar la sanción".

Riverola acaba con una certeza: "es muy triste. Te lo ponen tan difícil que acabas tirando la toalla. En la práctica, la sensación de indefensión es total". Una sensación que, por desgracia, probablemente hayan vivido también muchos de los lectores.