Britney Spears, la eterna ‘princesa del pop’, ha vuelto a sacudir las redes sociales con un testimonio que mezcla dolor, confesiones íntimas y reflexiones sobre su turbulento matrimonio con Sam Asghari. En un texto que rápidamente eliminó de sus perfiles, pero que ya había sido rescatado por la prensa internacional, la intérprete de Toxic describió cómo sus emociones más crudas la arrastraron a un abismo del que solo pudo salir con lágrimas y una negación constante.

En la actualidad, Britney ya no se esconde y admite que, mientras atravesaba por un doloroso proceso de separación y distanciamiento con sus hijos, su matrimonio funcionaba como una “tirita emocional”, una especie de distracción falsa para no enfrentarse de lleno al vacío que sentía. “Recuerdo, en estado de shock, que mi secreto para sobrevivir fue la negación y llorar muchísimo”, confesó, dejando claro que detrás de la fama se esconde una mujer que todavía lucha por sanar.

La batalla con Kevin Federline que la dejó devastada

La artista estadounidense no duda en catalogar como los tres peores años de su vida aquellos en los que no pudo hablar ni ver a sus hijos. Un silencio impuesto que, según reveló, la dejó completamente devastada. “No podía llamarles ni mandarles mensajes”, escribió con amargura. Su relación con Kevin Federline, padre de los chicos, se transformó en una guerra fría que alcanzó niveles mediáticos explosivos.

Mientras Britney buscaba reconstruirse, Federline aseguraba en entrevistas que los adolescentes habían decidido no ver a su madre. Como si fuera poco, llegó a insinuar que los selfies en los que la cantante aparecía desnuda afectaban directamente a los jóvenes. Ella, sin embargo, respondió con dureza: “Me entristece saber que mi ex marido ha decidido airear la relación entre mis hijos y yo. Como todos sabemos, criar a chicos adolescentes nunca es fácil para nadie. Me preocupa el hecho de que diga que sus razones se basan en mi Instagram… todo se remonta a MUCHO antes de Instagram”.

Sam Asghari: ¿amor verdadero o refugio pasajero?

Por otro lado, el relato de Britney no deja lugar a dudas: su enlace con Sam Asghari no fue el cuento de hadas que muchos esperaban. Aunque la boda en 2022 parecía marcar un nuevo comienzo, para ella fue más bien un mecanismo de supervivencia emocional. “Es raro, Sam y yo estábamos casados, pero casi lo sentí como una distracción falsa para ayudarme a lidiar con lo que estaba pasando...”, confesó.

Esta declaración reabre viejas especulaciones sobre la relación. El modelo e instructor fitness, a quien conoció en la grabación de Slumber Party, fue descrito en su momento como el gran apoyo de la estrella. Sin embargo, la propia Britney ahora lo define como una figura que le permitió evadir la crudeza de su realidad. Una relación marcada por la sombra de la ausencia de sus hijos y las heridas que aún no cerraban.

Más allá de sus confesiones desgarradoras, la artista ha encontrado un escape inesperado: la pintura. “Soy una desconocida, una artista con dificultades que intenta calcular emociones y corazón frente al sentido común y la inteligencia”, escribió en otra publicación. Con estas palabras, la cantante revela que su lucha va más allá de lo mediático: se trata de reconstruir su identidad y su confianza.