Britney Spears se liberó de su padre y volvió a reaparecer en redes, pero su comportamiento en las redes sociales ha preocupado a sus fans. Y es que hace pocos escribió unos alarmantes y desconcertantes mensajes para después desaparecer. Su perfil en Instagram desapareció de la noche a la mañana y empezaron a hacerse todo tipo de especulaciones. La más loca de todas asegura que podría haber sido suplantada por un clon o incluso que se trate de la famosa Inteligencia Artificial.
Sin embargo, parece que esta teoría conspirativa no sería tan descabellada, ya que se han apreciado ciertas anomalías en los vídeos que se han publicado últimamente. Ya no solo resulta extraño su comportamiento, también su forma de hablar e incluso de gesticular. Los fieles seguidores de la artista creen que detrás de los vídeos de la cantante se esconde otra persona que se camuflaría a través de un filtro. Incluso los fondos también serían falsos.

A estas teorías se sumaron otros detalles que no pasaron desapercibidos para los seguidores más atentos. En algunos vídeos compartidos por Britney Spears en redes sociales, mientras baila o se mueve frente a la cámara, hay momentos en los que una de sus manos parece desvanecerse por completo. Un efecto extraño que ha alimentado aún más las sospechas de quienes creen que parte de ese contenido podría estar manipulado digitalmente o incluso generado mediante inteligencia artificial. La pregunta se repite con insistencia: ¿dónde está realmente la cantante?
Britney Spears y la teoría de la IA
No es el único elemento que ha encendido las alarmas. Desde hace tiempo, algunos fans interpretan sus publicaciones como mensajes ocultos de auxilio. Gestos, colores y movimientos han sido analizados al milímetro en busca de señales. Por ejemplo, el hecho de que en ciertos vídeos aparezca vestida con blusas de tonos concretos —amarillo, rojo o azul— ha sido relacionado con comentarios previos de usuarios que le pedían que eligiera esos colores si se encontraba en peligro. Otros fueron más allá al fijarse en sus desplazamientos frente a la cámara: nueve pasos hacia delante y nueve hacia atrás, una secuencia que algunos identificaron como una llamada de socorro en código morse.
Incluso detalles aparentemente insignificantes, como supuestas palabras escritas en la línea de las pestañas, llegaron a interpretarse como mensajes explícitos de emergencia. Todo ello llevó a que una parte del público, que inicialmente veía estas teorías con escepticismo, empezara a tomarlas en serio. Las conjeturas crecieron y se multiplicaron a una velocidad difícil de controlar.
Este clima de sospecha acabó cristalizando en un movimiento global que marcó un antes y un después en la carrera de la artista: el ya célebre #FreeBritney. Miles de seguidores se movilizaron para denunciar la tutela legal a la que estuvo sometida durante más de trece años, bajo el control de su padre, James Spears. Él asumió la gestión de su vida personal y profesional alegando que Britney no estaba capacitada para tomar decisiones por sí misma, ni siquiera sobre el dinero que generaba.
La propia cantante no tardó en alzar la voz. Acusó a su padre de haber administrado de forma indebida tanto su patrimonio como su imagen pública, lo que la llevó a emprender acciones legales para recuperar el control de su vida. Años después, fue ella misma quien puso palabras al sufrimiento vivido.
En sus memorias, The Woman in Me, publicadas en 2023, relató episodios que describió como profundamente traumáticos. Entre ellos, aseguró que durante meses fue privada de su libertad de movimiento y obligada a someterse a restricciones extremas sin base legal.
Aunque en 2024 se dio por cerrado oficialmente el conflicto entre padre e hija, los términos del acuerdo nunca se hicieron públicos. Lo único que ha trascendido es que Britney habría tenido que asumir un coste económico muy elevado para recuperar aquello que llevaba años reclamando: su libertad.
