El Boletín Oficial del Estado ha confirmado de forma definitiva lo que muchos ya sospechaban: la liquidación de la empresa de Belén Esteban es una realidad. La firma Sabores de la Esteban SL, creada en 2021 con la intención de conquistar el paladar de los españoles a través de gazpachos, salmorejos, cremas de verduras y patatas fritas “de receta casera”, ha iniciado su disolución oficial. Lo que comenzó como una aventura empresarial cargada de ilusión y orgullo personal ha terminado con un desenlace amargo.
La llamada "princesa del pueblo" había apostado fuerte por esta iniciativa, convencida de que su popularidad televisiva podría ser el motor perfecto para abrir espacio en las estanterías de los supermercados. Sin embargo, la dura ley del mercado y la feroz competencia del sector alimentario acabaron por sepultar las expectativas de una marca que llegó a sonar con fuerza en su lanzamiento.
El ambicioso proyecto gastronómico de Belén Esteban
Sabores de la Esteban nació con una visión ambiciosa: productos frescos y elaborados bajo la promesa de calidad casera. La marca logró colarse en gigantes de la distribución como Carrefour, Día y Alcampo, e incluso se dejó ver en algunos chiringuitos de playa, lo que generó en un principio la sensación de éxito fulgurante. Belén Esteban no fue una simple socia capitalista.
Se convirtió en la cara visible de la empresa, protagonizando campañas publicitarias, entrevistas promocionales y hasta spots televisivos. "Creo que es una de las veces que más valiente me he visto en mi vida al crear esta empresa, y creo mucho en mí y en los Sabores de la Esteban. Esto no es una marca de varios años, es una marca de futuro", declaraba con convicción en sus primeros pasos como empresaria, dejando claro que esta aventura era también un homenaje a sus raíces familiares y a su pasión por la cocina.
De la ilusión inicial al desgaste económico
Pero la realidad golpeó con fuerza. La competencia con marcas consolidadas, los altos costes de producción y la necesidad de mantener una distribución masiva provocaron un desgaste financiero insostenible. Poco a poco, los productos comenzaron a desaparecer de los lineales de los supermercados, levantando sospechas sobre el futuro de la empresa. El desenlace llegó en forma de liquidación. Según la propia Esteban, su apretada agenda televisiva le impidió estar tan presente en el negocio como hubiera querido. Además, el control de los precios fue un dolor de cabeza: mientras ella pretendía mantener un coste accesible, cada cadena imponía el suyo, generando frustración en su idea de que “todo el mundo pudiera comprar su gazpacho”.
Aunque la empresa alimentaria de Belén Esteban se disuelve, su vida mediática sigue más vigente que nunca. La colaboradora mantiene contratos publicitarios, presencia fija en los platós de televisión y proyectos paralelos que le garantizan seguir bajo los focos. Este tropiezo empresarial, lejos de hundirla, la posiciona en una lista de famosos que intentaron diversificar su carrera con negocios propios y no lograron la rentabilidad esperada. Ejemplos similares abundan en el panorama televisivo: desde líneas de ropa hasta locales de restauración, pasando por marcas de cosméticos y restaurantes que nunca despegaron. La conclusión es clara: la fama puede abrir puertas, pero no asegura un hueco estable en sectores altamente competitivos como el alimentario.