Durante años, Belén Esteban fue sinónimo de éxito televisivo y garantía de ventas. Su sola presencia en pantalla disparaba audiencias y su nombre bastaba para cerrar campañas publicitarias millonarias. Sin embargo, los tiempos han cambiado. La llamada “princesa del pueblo” ha perdido su trono, y con él, el interés de las marcas. Según información exclusiva a la que hemos tenido acceso, al menos seis grandes campañas evaluaron su incorporación como imagen… y todas la descartaron en el último momento.

Lo más impactante es que Belén ni siquiera llegó a saber que su nombre estaba sobre la mesa. En una maniobra habitual del mundo de la publicidad, se valoró su perfil, pero su participación fue finalmente descartada por su “falta de actualidad” y su “desgaste de imagen”. Es decir, ya no vende, ni genera ese fenómeno social que la convirtió en icono de una época televisiva.

Belén Esteban / Instagram
Belén Esteban / Instagram

El declive televisivo de ‘La familia de la tele’ salpica su marca personal

A este revés comercial se le suma el descalabro en pantalla. El regreso de Esteban con La familia de la tele ha sido, por decirlo suavemente, un desastre sin paliativos. Desde su retrasado estreno hasta los constantes cambios de horario, pasando por la lluvia que casi arruinó su presentación, el programa no ha levantado cabeza. Las audiencias cayeron desde un pobre 8,7% en su debut hasta un humillante 5,4% de share, cifras que evidencian un fracaso estructural.

Dentro del caos, Belén ha intentado mantener su característico tono combativo. El 14 de mayo fue un punto de inflexión: amenazó con abandonar el programa en directo, en una suerte de protesta televisada. El público, lejos de empatizar, censuró el espectáculo con el mando a distancia, y ese día fue uno de los peores en términos de audiencia. TVE no tardó en reaccionar: dividió el programa en dos bloques y la presencia de Esteban quedó relegada a un segundo plano.

Belén Esteban / Gtres
Belén Esteban / Gtres

De referente mediático a rostro incómodo para las cadenas

El declive de Belén no solo afecta a su imagen comercial. También empieza a reflejarse en cómo la tratan otros espacios televisivos. Durante la reciente actuación de Lola Índigo en el Riyadh Air Metropolitano, Belén protagonizó un incómodo momento en la alfombra roja al verse ignorada por el equipo de Socialité. “¿Me podéis dar una explicación de por qué no nos grabáis? ¿Hemos matado a alguien, hemos hecho algo malo, quién te ha dado orden de no grabarnos?”, preguntaba indignada. Un mensaje cargado de reproche, dirigido a Mediaset, donde años atrás reinaba sin competencia.

Su reclamo resonó como una súplica disfrazada de reproche: “Hemos dado la vida, hemos ganado dinero, pero más han ganado ellos”. Una frase que bien podría resumir su estado actual: una figura que fue rentable, pero que hoy incomoda más de lo que suma. La televisión ha cambiado, y la audiencia también. Ni el aura de “víctima del sistema” ni su rol de “voz del pueblo” parecen ya tener cabida en una industria que exige frescura, renovación y, sobre todo, resultados.

El desinterés comercial por Belén Esteban no es simplemente casualidad, sino un indicio. Las marcas buscan perfiles ambiciosos, figuras que generen deseo, confianza y modernidad. Y aunque Belén conserve cierto tirón nostálgico, los anunciantes no están interesados en explotar una imagen que ya no conecta con los nuevos públicos. Su legado mediático, tan potente como polémico, ahora es un lastre.