Habría que situarse en el 30 de mayo de 1995, hace 30 años, para recordar el fallecimiento de Antonio Flores, hijo de Lola Flores, conocida como ‘La Faraona’. Justo falleció dos semanas después de su madre. Y es que el hermano de Rosario y Lolita padecía una fuerte depresión tras despedir a su progenitora. Su cuerpo fue encontrado sin vida a las seis de la madrugada. A partir de ese momento siempre se han hecho muchas teorías que parecen totalmente falsas. La persona que se lo encontró sin vida por fin ha hablado de ese momento, su gran amor, Irene Chamorro. Muchos han dicho que el artista podría haber muerto de una sobredosis, pero la verdad es muy distinta, “Antonio murió a causa de un infarto fulminante. Ni fue un suicidio ni una sobredosis. Eso es totalmente falso. Así nos lo hicieron saber los médicos”.
Según su pareja, amaba la vida y no estaba tan deprimido como para quitarse la vida, pero estaba totalmente hundido con el fallecimiento de su madre, el pilar más importante de su vida. Asegura que llevaba mucho tiempo sin drogarse. Justamente, tres meses antes de aquella fatídica madrugada había acabado un tratamiento de desintoxicación en una clínica especializada, y se medicaba a base de metadona y unas pastillas. Ya sufrió desde entonces fuertes ataques de ansiedad y un importante decaimiento físico, aunque con la muerte de su madre la tristeza inundó su rostro. Según Irene, “se refugiaba en la bebida, en la ginebra y la cerveza, y por mucho que intentábamos que dejara la botella resultaba imposible”. Incluso llegaron a vaciarlas en el urinario y a rellenarlas con agua aprovechando cuando él dormía.
Antonio Flores no falleció por sobredosis, sino de un infarto
Además, su representante tenía planeado y casi cerrado una nueva gira para él. Empezaría en junio. El contrato ascendía a 600 millones de pesetas. Una suculenta cantidad que nadie rechazaría. Sin embargo, Antonio no estaba preparado de volver a los escenarios. Necesitaba entender que ya no volvería a ver nunca más a su madre.
Según uno de sus músicos, “Antonio se transformó totalmente. Su madre era su apoyo, su confidente, su consejera. Los dos se fundían en uno solo, se entendían en todos los aspectos de la vida. Es más, Antonio dejó de drogarse por la insistencia de Lola para que se curara. Ella misma le acompañó a la clínica de desintoxicación. Se sentía muy feliz por haber conseguido que su hijo quisiera apostar por una nueva vida”.
“Le echaba la misma pasión a la vida que a la música, fue intenso para todo y si no hubiera muerto se habría convertido en el cantante más querido de España. Era todo sentimiento, se ganaba al público sobre el escenario desde que empezaba a cantar, su fortaleza era infinita. Y con nosotros se portaba más como un amigo que como un jefe. Su sencillez fue una de sus mejores virtudes”, afirma la misma persona a ‘La Razón’.