Hablar de Àngels Barceló es hablar de una figura que se ha ganado, con constancia y una voz inconfundible, un lugar privilegiado en la memoria sonora de España. Después de décadas al frente de algunos de los espacios más exigentes del medio, la periodista ha dejado claro que su futuro profesional ya tiene forma y fecha emocional, su último gran viaje radiofónico será, precisamente, el que está recorriendo ahora. Y lo afronta con una serenidad que sorprende a muchos, especialmente en un gremio donde las despedidas suelen ser abruptas y cargadas de tensión.
Una despedida que no es renuncia, sino punto final
De este modo, Barceló ha explicado que su etapa en el espacio matinal que lidera se ha convertido en el broche natural a una carrera marcada por el rigor, el pulso informativo y una capacidad única para conectar con la audiencia incluso en los momentos más difíciles. No habla de cansancio, ni de pérdida de ilusión. Más bien al contrario, insiste en que dirigir un programa de esa magnitud exige una energía que quiere honrar hasta el último día, sin reservarse nada.

La periodista lo tiene claro: cuando llegue el momento de cerrar el micrófono, lo hará sin dramatismos. Nada de desplantes, ni de portazos, ni de silencios incómodos. Una retirada limpia, sin ruido y sin rencores, como pocas veces sucede en la industria mediática. Porque, según ella misma reconoce, la radio le ha dado todo y no piensa marcharse sintiendo que alguien le debe algo: "Seguiré aquí hasta que me jubile, o cuando me jubilen, si algún día consideran que otra persona debe hacer el programa no me iré ni ofendida ni enfadada".
La serenidad de quien sabe cuándo detenerse
La realidad es que Barceló ha alcanzado un madurez profesional que le permite mirar su futuro sin miedo. Sabe que los ciclos se cumplen, que el relevo generacional es imprescindible y que, más pronto que tarde, otra voz ocupará el lugar que hoy es suyo. Pero lejos de ver ese día como una amenaza, lo contempla como parte natural de la vida en antena.
Y es que para ella la radio nunca ha sido una lucha por mantener un puesto, sino un territorio donde contar, escuchar y ordenar el mundo. Por eso insiste en que, cuando la SER decida cambiar la voz que despierta al país, aceptará la decisión con el mismo respeto con el que lleva años enfrentándose a cada madrugada, a cada noticia urgente y a cada editorial que marca la agenda. Así pues, mientras ese momento llega, Barceló continúa haciendo lo que mejor sabe: acompañar, cuestionar y narrar la realidad sin perder ni un gramo de honestidad. Y cuando toque despedirse, lo hará con la misma elegancia con la que ha construido toda su carrera.