Durante el reinado de Rainiero I de Mónaco, en el siglo XIII, una joven que fue ultrajada por el monarca decidió lanzarles una maldición a la Familia Grimaldi al indicar lo siguiente: “Que ningún Grimaldi encuentre jamás la felicidad en el matrimonio”. Con el paso de los años, este sortilegio se convirtió en uno de los más famosos de la historia, junto con el de la familia Kennedy, dado que han sido muchos los fracasos matrimoniales dentro de la Familia Real monegasca, empezando por la trágica muerte de Grace Kelly en 1982, fallecimiento que ensombreció al Principado al sumir al príncipe Rainiero III de Mónaco y a sus tres hijos, Carolina, Alberto II y Estefanía, en un profundo dolor. Además, ninguno de los tres hermanos ha sido especialmente feliz dentro de sus respectivos matrimonios, y la única que realmente lo fue por un breve periodo de tiempo fue Carolina de Mónaco, quien perdió a su gran amor, Stéfano Casiraghi, padre de Carlota, Andrea y Pierre Cashiraghi, hace más de 30 años.

A finales de la década de los 70, la hija mayor de Rainiero y Grace Kelly se casó con Philippe Junot, un matrimonio que solo duró dos años al ser más bien un capricho de la “princesa rebelde de Europa”. Tres años más tarde, la princesa Carolina se casó con Stéfano Casiraghi, un deportista y empresario con el que tuvo a sus tres primeros hijos y al que amaba profundamente.

Carolina y Stéfano conformaban un matrimonio de ensueño, una vida perfecta rodeada de lujos y fama. Cuando se conocieron, Stéfano Casiraghi ya era un deportista de élite que provenía de una acaudalada familia italiana. Según sus allegados, el esposo de Carolina de Mónaco era un hombre elegante, atractivo, divertido y generoso. De hecho, una de sus ex novias lo llegó a describir como una persona con “profundos valores y un gran sentido de la familia”. Estos rasgos de su personalidad fueron determinantes para que fuera aceptado y muy querido por Rainiero III y el príncipe Alberto.

La trágica muerte del gran amor de Carolina de Mónaco, Stéfano Casiraghi

Además de ser un reconocido empresario, el esposo de Carolina de Mónaco solía competir profesionalmente en offshore clase 1, la conocida Fórmula 1 del mar. Casiraghi ostentaba el récord mundial de esta época al alcanzar los 278,5 km por hora en 1984, y en 1989 se convirtió en campeón del mundo. Sin embargo, el destino le jugaría una mala pasada en 1990 cuando perdió la vida intentando revalidar su título de campeón mundial de offshore.

El 3 de octubre de 1990, Casiraghi se encontraba en Saint-Jean-Cap-Ferrat. El mar parecía tranquilo y apacible mientras él surcaba las aguas en su embarcación, la Pinot de Pinot. No obstante, de repente se encontró con una ola inesperada y la lancha salió volando por los aires, chocando de forma violenta con el agua. Su copiloto, Pierre Innocenti, logró salir despedido de la lancha, pero Stéfano no tuvo la misma suerte y murió instantáneamente al recibir todo el impacto del golpe. Carolina se encontraba en Francia cuando se enteró de la terrible noticia que le cambiaría la vida, dado que nunca volvió a ser tan feliz.