El festival de Coachella para una influencer es como el día del desfile de la legión para un tertuliano de 13TV. El acontecimiento reúne cantidades incontables de it girls por metro cuadrado. Días y días de looks, peinados y modelitos que dejan a Ágatha Ruiz de la Prada a la altura del betún. Dulceida, Paula Bono o Jessica Goicoechea ya han hecho morritos y posturitas para colgarlas en las redes.

Dulceida y Paula Gonu Coachella

@dulceida

La localidad de Indio, cerca de Palm Springs, acoge durante diez días este festival donde la música y el arte son una excusa para competir a la vestimenta más estrafalaria. Pero esta competición ya tiene ganadora antes de que se acabe el festival el domingo próximo. Rihanna, la cantante de Barbados, fue quien hizo la india y se puso lo primero que le cayó encima. El festival tiene la tradición de vestir como los hippies de los años 70. Pero Rihanna ha confundido hippies con sacos de patatas.

 

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La misma cantante se tapa la cara como avergonzándose de salir de casa con una especie de tul marronáceo y transparente, de la marca 'Y/Project, que dejaba entrever las coachellas de la intérprete de Please don't stop the music... No pares la música ni te tapes. Si hace unos años Rihanna cantaba que alguien le dejara un paraguas para cobijarse, ahora va por la vida con un impermeable color carne. Y eso sin contar las botas...

 

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Si Dolly Parton se dedicara al porno, iría vestida así. Una especie de botas afelpadas de cowboy de rodeos, unas Ugg de la colección otoño-invierno 2018. ¿Saben a cuántos grados de temperatura estaban ayer al mediodía en Coachella? ... 29º... El chupchup que debe hacer allí dentro tiene que ser de escándalo. Diamonds está dedicada a las setas que debe tener en los pies esta señora.

 

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Un espanto color marrón mierda de oca que alguien le aconsejó que dolía a los ojos. Pero como se suele decir, ha sido peor el remedio que la enfermedad. ¿Quieren ver cómo fue ayer Rihana al festival?...

 

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Máscara de luchador mexicano a lo Rey Mysterio. Sudadera y cruces de oro de rapero del Bronx. Bolsito de la selección portuguesa. Pantalones de Bollywood. Y lo peor de todo: una bata de tercero de primaria... Por favor, que no se acabe nunca Coachella.