Jordi Martínez es uno de los actores más queridos por el público catalán. Encima de los escenarios ha hecho decenas de obras y en televisión, los espectadores lo recuerdan por sus papeles en Nissaga de poder, Ventdelplà, Kubala Moreno i Manchón o más recientemente, interpretando el severo padre de uno de los estudiantes de Merlí, que se reconcilia con su hijo justo antes de morir de cáncer.

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De talante alegre, siempre con una carcajada en la cara, es de los actores que cuando se quita la piel de los personajes que interpreta, siempre va por la vida con una actitud positiva y agradecido de poder hacer lo que más le gusta. Pero la vida a veces te gira la espalda por mucho que la sonrías. Y Jordi Martínez ha tenido que estar un año alejado de los escenarios y los focos. "Tuve un accidente de moto, como tantos hay. Un señor entró en mi carril y no tuve tiempo de nada. Se me rompieron los dos brazos", revela él mismo al TN Migdia justo antes de volver a los teatros.

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Teatro Lliure: "La sonrisa al pie de la escalera", de Henry Miller. Números de circo alternando un texto filosófico que habla sobre el destino de un payaso inconformista. Como él. Este es el lugar y la obra con que Jordi Martínez ha dejado atrás definitivamente las lesiones sufridas ahora hace un año.

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Su via crucis se ha acabado. Un actor que a pesar del grave accidente ha hecho lo imposible para recuperarse cuanto antes, y eso que tuvo que sufrir cuatro intervenciones quirúrgicas, que se dice pronto. Martínez, con 60 años recién cumplidos, todavía soplaba las velas con el brazo en cabestrillo.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

¡Salud y payasos! �������� #60tacos

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El accidente le ha impedido todo este tiempo estar con la obra que ahora representa en el Lliure. Pero también privó al público de disfrutarlo con Rhumans, la tercera parte de la zaga Rhum. Ahora, sin embargo, el público catalán desde esta semana ya puede volver a ver el inmenso talento de uno de sus actores fetiche. Jordi Martínez ha vuelto de la mano de este clown de nombre Augusto y seguro que con el recuerdo permanente de su sobrino, el payaso Monti, que murió ahora hace seis años.