Han pasado cinco años desde la muerte de Carlos Falcó, marqués de Griñón, y la vida de Esther Doña ha dado un giro completo. La que fuera su última esposa ha pasado por una transformación personal y profesional que la ha llevado a dejar atrás el luto y a construir una etapa marcada por la estabilidad, los proyectos propios y un enfoque muy distinto al que mostraba en aquellos primeros meses tras la pérdida.

Esther recibió en herencia el usufructo del palacio El Rincón, la emblemática propiedad de los Falcó. Aunque no obtuvo títulos ni propiedades en propiedad, su posición le permitió alcanzar un acuerdo con los hijos del marqués y vender esos derechos, lo que le dio un colchón económico importante. Ese paso fue clave para cerrar una etapa y comenzar otra desde la independencia financiera.

Una nueva etapa personal y profesional

Durante este tiempo, Doña también decidió contar su historia en primera persona. Publicó un libro en el que repasó su relación con Carlos Falcó, habló abiertamente de la diferencia de edad, de los años que compartieron y del impacto mediático que supuso aquel matrimonio. El proyecto no solo le permitió explicar su versión de los hechos, sino que marcó un momento de transición hacia una etapa más enfocada en su crecimiento personal.

 

En el ámbito sentimental, su vida también ha tenido cambios importantes. Tras un sonado noviazgo con el juez Santiago Pedraz, que incluso llegó a anunciarse como compromiso matrimonial, la relación terminó de manera repentina, convirtiéndose en noticia durante semanas. Con el tiempo, la malagueña rehizo su vida sentimental junto a Joao, un empresario portugués de 41 años con el que mantiene una relación estable y con quien comparte planes y viajes.

Un perfil más discreto pero activo

Alejada del foco más intenso, Esther ha optado por un perfil más sereno. Mantiene presencia en redes sociales, donde muestra parte de su día a día, pero con un tono más relajado y selectivo que en el pasado. Además, ha comenzado a dar pasos en el mundo de los negocios, con inversiones y proyectos personales que le han permitido tener una fuente de ingresos propia y alejarse de la etiqueta de “viuda del marqués”.

Cinco años después, su historia es la de una mujer que ha sabido adaptarse a una nueva realidad. De la pérdida y la exposición mediática a una etapa de mayor estabilidad, con un nuevo hogar, una nueva pareja y una visión más clara de lo que quiere para su futuro. Esther Doña ha cerrado un capítulo, pero su vida sigue escribiéndose, esta vez con menos ruido mediático y más control sobre cada paso que decide dar.