Ya basta. Basta de poner paños calientes e ir con cuidado o con eufemismos porque alguien, quién sea, asuma bien que otra persona se vaya a la cama con quien le salga del moño. Estamos hartos de oír como muchas personas tienen que ocultar, tapar o maquillar su sexualidad... por si las moscas. Hartos de que muchas personas no puedan tener sexo con quien quieran, o no les pueda gustar quién sea, sin sufrir por el qué dirán o por el cómo se lo tomarán. Y eso es lo que le ha pasado a la hija de Gloria Estefan.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Es lamentable que alguien se tenga que esconder, pero todavía es más lamentable que quien lo tenga que hacer sea la hija de una cantante que hace mucho tiempo que es un icono para buena parte de la comunidad LGTBI, Gloria Estefan. Por mucho que los consejos que reciba sean con la finalidad que sean. Dejemos de una vez de esconder las cosas, especialmente cuando el protagonista no quiere que se escondan. Emily Estefan, hija pequeña de la famosa cantante latina, es lesbiana. Ella misma explica que "tuve mi primera experiencia sexual con una mujer y, dos semanas más tarde, con un hombre porque creía que quizás algo iba mal conmigo. Me sentía avergonzada". Una confesión muy triste. Pero todavía más, la reacción de la madre cuando poco después, les dijo que había empezado una relación sentimental con otra chica.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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La respuesta que recibió por parte de su madre la dejó descolocada: le dijo que si alguna vez compartía esta información con su abuela, y la anciana sufría algún tipo de shock o conmoción, "tendría las manos manchadas con su sangre". Un consejo lamentable, sea su madre o no. Sea para que a la yaya no le cogiera un jamacuco o por lo que fuera.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Para justificarse, Gloria Estefan dice ahora que lo que ella quería era que la madre del clan, la abuela, se fuera acostumbrando poco a poco a la presencia de la pareja de Emily en la casa, que le fuera "cogiendo cariño", antes de saber que no era sólo una amiga de la nieta, sino la pareja: "En mi cabeza, solo podía pensar que si se lo contaba a mi madre y a ella le sucedía algo, Emily se sentiría culpable eternamente y pensaría que había sido la responsable de lo que fuera que pudiese pasar. No quería que mi hija relacionara su sexualidad con una hipotética enfermedad de su abuela".  

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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La hija, sin embargo, mira con retrospectiva aquel momento, y lamenta, con razón, que a pesar de comprender la preocupación de su madre, le dijera una frase tan dura como aquella, y que no le diera apoyo si quería darle un beso a su pareja en presencia de la yaya. "Me estaba desmoronando. Intentaba ser fuerte y actuar como si no me importara, pero mi vida se paralizó. No me importaba que el resto del mundo supiese que era gay, solo me preocupaba mí familia. Mi abuelita era una anciana enferma y me preguntaba si el hecho de que yo fuera gay podía acabar matando a alguien". Un sentimiento de culpa que finalmente se desvaneció cuando la abuela murió antes de que Emily le dijera que era lesbiana.