La sociedad moderna glorifica la productividad, pero detrás de los aplausos y los ascensos se esconde una enfermedad silenciosa que arrasa con carreras, familias y sueños: el burnout. El psiquiatra Carlos Cenalmor lo sabe mejor que nadie, porque él mismo cayó en ese pozo oscuro dos veces antes de convertir su experiencia en un método de recuperación que hoy sigue salvando vidas. Su mensaje es claro: el descanso y la regeneración no deben verse como opciones, sino como componentes esenciales para la salud mental y el rendimiento sostenible.

Lejos de ser una simple moda o un término de oficina, el síndrome del trabajador quemado ha sido reconocido por la OMS como una enfermedad real, con consecuencias devastadoras para el cuerpo y la mente. Lo que comienza como entusiasmo se transforma en apatía, y lo que alguna vez fue pasión se convierte en enfermedad. Cenalmor lo describe con crudeza: “un día descubres que ya no disfrutas ni de tu trabajo, ni de tus amigos, ni de la montaña más hermosa del mundo”.

Carlos Cenalmor, psiquiatra
Carlos Cenalmor, psiquiatra

Burnout: cuando la pasión se convierte en una trampa mortal

El perfil más vulnerable no es el del empleado desmotivado, sino el del trabajador apasionado, aquel que da todo por su empresa, por sus pacientes o por sus clientes. Paradójicamente, esa pasión es la gasolina que termina consumiéndolos. Según Cenalmor, muchos profesionales saltan de un empleo a otro buscando alivio, pero al cabo de pocos meses repiten el mismo patrón de estrés laboral excesivo.

El psiquiatra no habla en teoría: él mismo lo padeció mientras trabajaba en uno de los hospitales más prestigiosos de Madrid. Lo tenía todo —prestigio, pacientes y reconocimiento—, pero pagó un precio altísimo. “Eso fue para mí morir de éxito”, confiesa, describiendo cómo la búsqueda de logros profesionales le arrebató su salud, su bienestar y hasta su felicidad.

El cuerpo enferma cuando el descanso se convierte en un lujo

La advertencia es clara: el descanso no es ocio inútil, es un mecanismo biológico indispensable. Durante las horas de sueño y relajación, el organismo activa procesos de regeneración celular que previenen desde úlceras hasta infartos. “Yo he visto infartos de corazón, perforaciones intestinales, úlceras, todo producido por el estrés”, relata Cenalmor, subrayando que el problema no es un simple cansancio, sino una bomba de relojería. De hecho, en países como Suiza, los carteles en los autobuses ya alertan del “peligro burnout”, pero en España muchos siguen normalizando jornadas infinitas, correos electrónicos de madrugada y jefes abusivos. Lo más inquietante es que la desconexión se ha vuelto casi imposible en la era digital: los teléfonos móviles mezclan lo laboral con lo personal, y un simple mensaje de WhatsApp basta para arruinar unas vacaciones enteras.

Carlos Cenalmor, psiquiatra
Carlos Cenalmor, psiquiatra

Los síntomas del burnout son engañosos: cansancio constante, pérdida de motivación, irritabilidad y una incapacidad progresiva para disfrutar incluso de lo que antes nos apasionaba. La señal más alarmante, dice Cenalmor, es cuando ni las vacaciones logran devolver la energía. Estudios recientes confirman que se necesitan al menos tres semanas de desconexión real para que la mente se libere del trabajo. 

El psiquiatra recomienda estrategias radicales: dos móviles —uno personal y otro laboral—, establecer límites claros y entender que aprender a descansar es la única forma de volver a rendir. El descanso y la regeneración no es algo opcional”, es una necesidad fisiológica comparable a alimentarse o respirar. Así que, lo que parece una advertencia es, en realidad, un ultimátum: el descanso y la regeneración no son opcionales. Ignorarlo puede costar mucho más que un empleo… puede costar la vida.