Pasado el primer tramo del acueducto provocado por la presencia de dos días festivos en una misma semana, el 6 y el 8 de diciembre, encaramos el segundo tramo con la vista puesta en la jornada, nuevamente festiva, de este jueves.

Ahora bien, si quién más quién menos sabe que el 6 de diciembre se conmemora la votación y aprobación, tal día como ese del año 1978, de la Constitución actualmente vigente –un hecho que da pie a la polémica sobre si hay que trabajar o no–, el hecho es que hay bastante desconocimiento, cuando no directamente confusión, sobre lo que se celebra el jueves, aunque se sepa que es el día de Inmaculada Concepción –o Purísima– y, por lo tanto, se tiene que felicitar a las Inmas, las Conchas y las Puras por su santo.

Concebida sin pecado

¿Así pues, que se celebra el 8 de diciembre? Pues un dogma de fe –que como tal es irrebatible–, según el que María, la madre de Dios, fue concebida sin pecado. Es decir que sus padres, San Joaquín i Santa Ana, la concibieron sin que su relación carnal supusiera la transmisión del pecado original a su hija. Una condición que la habilitaba para, en su momento, concebir al hijo de Dios en la Tierra.

¿Complicado de entender? Bueno, se trata de un misterio de la fe y como tal trasciende la naturaleza humana, pero no por eso deja de tener su lógica: la mujer que tenía que cumplir el papel de ser la madre de Jesús no podía ser portadora del pecado original, aquel con el que nacen todas las personas, según la doctrina cristiana, por la falta que ocasionó la expulsión de Adán y Eva del Paraíso, es decir, comer de la fruta prohibida desobedeciendo el mandato de Dios.

Así pues, la Inmaculada Concepción es la fiesta que celebra que María fue preservada del pecado original, hecho que la convierte en una mujer sin pecado concebida, eso es, purísima y por lo tanto, competente para, a su vez, ser la madre de Jesús.

Ni arcángeles, ni palomas

Lo que sí hay que tener muy claro es que en este episodio religioso no hay arcángeles ni palomas, porque en realidad no tiene nada que ver con otro de los misterios de la fe en el que María también es la protagonista y que a menudo se confunde con la Inmaculada. El arcángel Gabriel hace su aparición en el momento de la Anunciación, que es cuando comunica a María que será la madre de Jesús por obra del Espíritu Santo, es decir, sin relación carnal. Eso, en todo caso, ya es toda otra historia.