Los primeros años de Letizia en la familia real no fueron precisamente un camino de rosas. La actual consorte se encontró con una familia política que no la veía con buenos ojos. Juan Carlos I y Sofía, los reyes eméritos, no podían digerir la elección de su hijo Felipe de casarse con una plebeya divorciada y nieta de taxista. Para Letizia, aquellos años representaron un escenario en el que no era bienvenida.

La opinión de Juan Carlos y Sofía no era un secreto. No soportaban la elección de su hijo y se lo hicieron saber. Sin embargo, Felipe, que ya había cedido en relaciones anteriores por la presión paterna, esta vez decidió plantarse. Estaba dispuesto a hacer lo que quisiera, incluso a renunciar al trono de España si no le permitían seguir su elección. Los eméritos, finalmente, tuvieron que aceptar la decisión de su hijo.

Letizia, sin piedad con Juan Carlos I

Pero Letizia no olvidó la animadversión que enfrentó. Tan pronto como tuvo la oportunidad, puso en marcha su venganza. En una operación destinada a limpiar la imagen de la monarquía y asegurar el futuro reinado de su hija Leonor, la reina depuró la Zarzuela, deshaciéndose de aquellos relacionados con corrupción, infidelidades y escándalos. Juan Carlos I fue el más señalado y perjudicado, con Letizia condenando públicamente sus acciones, desde las infidelidades hasta las cacerías privadas e ilegales.

Juan Carlos elefante   Archivo
Juan Carlos elefante Archivo

Pero como reza el dicho, "quien esté libre de culpa que tire la primera piedra". La consorte real no se libró de las polémicas. Unas grabaciones del comisario Villarejo señalan a una cuenta oculta con 8 millones de euros a nombre de la reina. Además, Jaime del Burgo ha cuestionado la imagen de fidelidad de Letizia. Y por si fuera poco, las cacerías organizadas por Zarzuela, al menos una vez al año antes de la pandemia, han salido a la luz.

La reina Letizia también se iba de caza

Sorprendentemente, la reina Letizia, conocida por sus posturas en defensa de la ética y los derechos, no está exenta de participar en estas cacerías. África era el destino, donde tanto Felipe como Letizia se embarcaban en expediciones anuales para cazar animales. Un dato que contrasta con la imagen que la consorte intenta proyectar.

Resulta irónico que, mientras participan en estas cacerías, Letizia ha demostrado en el pasado no tener una gran simpatía por los animales. El ejemplo más evidente fue cuando decidió apartar a Puskin, el perro que Felipe tenía desde que era príncipe y al que este le tenía un cariño especial. La consorte lo relegó al jardín de la Zarzuela.