Casa Real ha intentado presentar como algo rutinario lo que, en realidad, ha desatado un terremoto interno. La reciente dimisión de María Dolores Ocaña, hasta ahora mano derecha de la reina Letizia, que se atribuye a “motivos familiares sobrevenidos”. Sin embargo, parece que detrás de este episodio hay desencuentros graves con la reina Letizia.
Ocaña, abogada del Estado con una sólida carrera en la Administración Pública, no solo era una colaboradora de confianza, sino también una figura esencial en la agenda institucional de Letizia. Fue subsecretaria del Ministerio de Agricultura en el primer gobierno de Pedro Sánchez, y su perfil era visto como garantía de disciplina, rigor y profesionalismo. Pero todo eso ha chocado con la forma en que la reina está gestionando su vida en los últimos tiempos.

Letizia protagoniza la versión no oficial de la dimisión de María Dolores Ocaña
Al parecer, el problema no fue uno puntual, sino un choque constante de valores. Mientras que Ocaña apostaba por la discreción, la estabilidad y el respeto al protocolo, la reina Letizia ha tomado un rumbo mucho más individualista y autónomo, lo que habría generado una creciente tensión entre ambas. “Ocaña no compartía ciertas decisiones y comportamientos recientes de la Reina. No se trata de cuestiones menores: el desacuerdo, aseguran, alcanza a asuntos de fondo, incluso de estilo de vida”, apuntan en ESdiario.
En otras palabras: Letizia hace lo que quiere, cuando quiere y como quiere. Y mientras tanto, toma decisiones sin consultar. En este sentido, hace tiempo que expertos en la monarquía hablan de las vidas separadas que llevan los reyes. Del acuerdo que existe entre ellos para mostrar unidad en público, pero hacer cada uno lo que quiere por su lado. Y parece que, en este escenario, Letizia va y viene cuando y como quiere sin dar explicaciones.

El estilo de vida de Letizia no permitía trabajar bien a María Dolores
Una forma de actuar que ha resultado difícil de tolerar a Ocaña, quien veía cómo su rol quedaba reducido a una figura decorativa, sin poder real de decisión. Así, la relación entre ambas se fue enfriando hasta volverse insostenible.
El adiós pactado que se ha querido vender públicamente no convence a nadie, ni fuera ni dentro de Zarzuela. De hecho, ha dejado un clima de incomodidad entre quienes trabajan cerca de la reina. No es la primera vez que una figura clave se aparta en silencio. La vida paralela que lleva Letizia fuera de su rol como esposa del rey empieza a pasar factura dentro de la institución.