Pilar Eyre está como En Blau, mordiéndose las uñas por si sale ya la sentencia del TS para el caso Nóos. La cronista catalana confiesa que le preguntan por las calles de Barcelona "Qué hay de lo del Urdangarín" y ella se encoge de hombros. Ahora ha publicado en Lecturas que la sentencia se está cocinando más de la cuenta para rebajar el voto particular de uno de los jueces del Supremo que es especialmente duro con Iñaki. Si las fuentes de Eyre son buenas quiere decir que la sentencia mayoritaria no será dura con el marido de la infanta Cristina. ¿Quiere decir que será absuelto? ¿Puede rebajársele la pena por debajo de los 2 años y evitar así la prisión? Veremos. De momento, Urdangarin pasea el perro por Ginebra a pesar de la condena de la Audiencia de Palma a más de 6 años de prisión.

urdangarin perro suissa GTRES

GTRES

Del perro de la infanta habla Eyre cuando explica que durante años la periodista fue vecina de Cristina en la zona alta de Barcelona, en el barrio de Les Tres Torres, del distrito de Sarrià-Sant Gervasi. La infanta quería una casa cerca de su trabajo en las oficinas centrales de La Caixa en la Diagonal y mientras buscaba piso encontró que el único hotel que admitía que se instalara con sus dos perros era uno de la calle Vergós, el Hesperia Sarrià.

infanta cristina miquel roca

Sergi Alcàzar

Una vez encontró piso en Sarrià, por mil doscientos euros de la época, hizo que sus escoltas siguieran viviendo en aquel hotel donde dejaba los perros cuando se marchaba de viaje. Después ya vino Urdangarin y el palacete de Pedralbes. Una vez estalló el caso Nóos la infanta cada vez que viene a Barcelona vive en un aparthotel de lujo, AC Victoria Suites, en la calle Beltrán y Rózpide de Pedralbes. Esta es la puerta principal:

alumbra cristina a Barcelona GTRES

GTRES

Pilar Eyre explica en exclusiva que la semana pasada la infanta estuvo en Barcelona y que vive allí recluida como una monja. Ya no sale a cenar, ni coge el metro (con los guardaespaldas de Zarzuela) ni compra a El Corte Inglés como hacía antes del caso Nóos. La espera de la sentencia definitiva contra Iñaki Urdangarin está siendo agónica.