Siempre que llegan estas fechas, Semana Santa, hay una especial atención por saber qué harán los Borbones, quién se juntará, dónde pasarán unos días de relax. Hace tiempo que ya no se reúnen todos en Marivent, de hecho, más bien es lo contrario: todo el mundo separado, cada uno por su cuenta y la familia esparcida por todo el mundo. Así las cosas, con Leonor en el Juan Sebastián Elcano, la familia real se limita a Felipe, Letizia y la infanta Sofía, que pasa unos días en España, antes de afrontar la recta final en el internado de Gales. Con Juan Carlos en Abu Dabi solo como la una (bueno, con Froilán también por allí), la reina emérita Sofía estará en Mallorca con su hermana Irene y... ¿con sus hijas? Entre poco y nada. Las infantas Elena y Cristina han movido ficha y según explica Vanitatis, irán a hacer compañía a papi Juancar a los Emiratos Árabes.
A la mínima que pueden, las hermanas del rey hacen las maletas y siempre que hay algunas fiestas marcadas en rojo, viajan hacia allí, como ahora, donde se reencontrarán al lado del emérito, las únicas de la familia que lo visitan, ya que ni su mujer ni su hijo ni sus nietas lo hacen. Quedémonos, sin embargo, con la infanta Elena, que antes de volar hacia allí, ha estado en Madrid, en una parroquia, donde la tensión se podía cortar con un cuchillo. El pasado fin de semana, en el centro de Madrid, ha sido el último adiós a un amigo de la infanta en una parroquia. Una muerte que ha dejado tocada a Elena, pero no solo a ella. Y es que el difunto también era íntimo de su ex, Jaime de Marichalar. ¿Y qué ha pasado en el acto religioso? Que ha habido nervios para evitar que la Borbón y el ex duque de Lugo coincidieran y empezaran a lanzarse los platos por la cabeza en un momento difícil como la muerte de un amigo, con el resto de la gente allí presente.
Elena y Marichalar no se soportan y no han querido, bajo ningún concepto, coincidir ni que fuera brevemente para despedir a alguien que acababa de fallecer y dar el pésame a la familia. Explica Monarquía Confidencial que se han presentado a la parroquia en horarios diferentes, "evitando compartir espacio dentro y ser fotografiados juntos. El suceso no ha pasado inadvertido a los asistentes, muchos de ellos miembros de la alta sociedad madrileña, quienes comentaron en voz baja el claro esfuerzo de ambas partes por mantener la distancia". Desde que se separaron oficialmente en el 2010, la expareja “No se llevan bien y el único contacto que han mantenido siempre ha sido por el bien común de sus hijos”. Así que no querían coincidir en el funeral ni en pintura. Y empezó el paripé.
Elena asistió acompañada de una amiga y permaneció hasta la ceremonia. Marichalar, por su parte, apareció en una franja horaria diferente, accediendo a la parroquia por una entrada lateral, un movimiento calculado, una nueva demostración de la enorme distancia que tienen desde que partieron peras... y que quieren que continúe así, con los dos sin saber nada del otro, más que lo estrictamente necesario de cara a sus hijos Froilán y Victoria Federica.