El aspecto de la reina Sofía en su reciente visita a Marivent ha hecho saltar todas las alarmas. Por primera vez en décadas, no pensaba acudir a Mallorca. Su prioridad era cuidar a su hermana, Irene de Grecia, gravemente enferma.
Solo accedió a viajar a Palma por petición expresa de su hijo, el rey Felipe VI. Quería que su madre mantuviera viva la tradición familiar de asistir a la recepción veraniega. Pero el viaje fue breve. Menos de 48 horas. Tras el acto, pidió volver a Madrid de inmediato.

La reina Sofía atraviesa su peor momento en décadas
Lo que parecía un gesto institucional, ha revelado una realidad muy preocupante. La reina Sofía no está bien. Así lo confirman fuentes internas del servicio de Marivent, que estuvieron con ella esas horas. “Nunca la han visto peor”, afirman. “No deja de llorar”, añaden.
La imagen que ofreció fue desoladora. Durante la recepción, se esforzó en aparentar normalidad. Pero no la había. Iba acompañada por Leonor y Sofía, sus nietas. Pero, como describió Pilar Eyre, “la cogían del brazo como se ayuda a una señora por la calle”. No parecía un gesto familiar. No había complicidad.
Su estado físico y emocional es frágil. Sofía, a sus 86 años, ha adelgazado al menos 10 kilos en los últimos meses. Camina más despacio. No sonríe con los ojos. Solo con la boca. De forma forzada.
Sofía intentaba integrarse. Escuchaba. Miraba. Nadie le hablaba. En los corrillos tras el besamanos, quedaba fuera. Ya no es el centro de la fotografía. Ha pasado de posar junto a Juan Carlos I a perder protagonismo en silencio.
A todo esto se suma el deterioro de Irene. La tía Pecu ya no habla, no reconoce a nadie. La reina está profundamente afectada por su estado. Llora cada noche. Según fuentes próximas, los médicos no le dan más de un año de vida a su hermana. Este hecho la consume.

El desgaste es físico y emocional
Pero no es solo eso. Sofía también sufre por el distanciamiento entre sus hijos. La relación entre Felipe VI y sus hermanas, Elena y Cristina, es casi nula. Y con sus nietos, apenas hay trato. Leonor y Sofía ya no le dedican tiempo. El resto solo se acerca por comodidad o vacaciones. Todo esto genera un desgaste emocional profundo. Y su cuerpo empieza a notarlo. Está débil y agotada. Y triste.
El servicio de Marivent, que conoce bien a Sofía desde hace años, ha sido tajante: nunca la vieron así. Saben cuándo actúa, cuándo sufre en silencio. Esta vez, el dolor era real, evidente. Zarzuela, por ahora, no se pronuncia. Pero la evidencia está ahí. La reina Sofía no está bien. Y quienes la rodean, lo saben.