Los reyes de Dinamarca continúan con su apretada agenda de actos en Noruega, durante la segunda visita de estado del joven reinado de Federico X y Mary Donaldson. La pareja real llegaba al puerto de Oslo a bordo del barco real Dannebrog, y eran recibidos por las máximas autoridades noruegas. Harald V y Sonia, monarcas regentes que solo están para cuatro fotos y poca cosa más, y los príncipes Haakon y Mette Marit, los soberanos de facto del país escandinavo. Durante la recepción se vivía un momento curioso, como el extraño saludo entre Mary de Dinamarca y Mette-Marit de Noruega; la primera parece confundida con el protocolo, con besos al aire, gestos forzados e instantes de incertidumbre.
No es la única instantánea curiosa que nos deja la jornada, que coincide con el 20.º aniversario de bodas de los daneses. Un matrimonio con la palabra "sospechosos" esculpida, él por infiel, ella por consentidora. Genoveva Casanova ha puesto la Corona más antigua del planeta patas arriba, volviendo a reverdecer la leyenda negra de picaflor del hijo de Margarita II. La imagen de la que hablamos no tiene ningún romanticismo, pero visualmente es muy potente. Seguro que en muchos momentos del escándalo de infidelidad con la socialité mexicana, los dos hubieran deseado unos trajes como los que se han puesto este martes 14 de mayo en la universidad de la capital de Noruega. Camuflados, irreconocibles. Marcianos, sí, pero con la identidad escondida y, sobre todo, protegidos del exterior.

Una de las paradas del séquito royal tiene que ver con la investigación, y más concretamente con la tecnología cuántica. Por eso han sido invitados a un paseo por las instalaciones de unos laboratorios académicos especializados en nanotecnología, un espacio abierto para estudiantes, investigadores, industria y empresas. Las Casas Reales de los dos países han sido muy insistentes en la promoción de esta área de la visita real, porque quieren fortalecer unos vínculos que permitan avances conjuntos en frentes como la lucha contra el cambio climático, la ciberseguridad, la inteligencia artificial y el descubrimiento de tratamientos médicos para distintas enfermedades.

El caso es que los cuatro royals han tenido que adaptarse a las obligaciones de un centro como este. Es decir, se ha embutido en un vestuario protector color azul cielo, con una capucha que a duras penas dejaba a la vista los ojos de sus ocupantes. Una estampa curiosa y, vete a saber, si en la cabeza la idea peregrina de pedir en préstamo los modelitos para utilizarlos en determinadas situaciones, ahorrándose los centenares de miles de miradas fisgonas que arrastran tras de sí. ¿La mala noticia? Que son de un solo uso. De usar y tirar. Tendrán que encargar nuevos en Fredensborg, su rutilante, enorme y carísima casa pagada con los impuestos de los plebeyos.